Rebeca, de la inglesa Daphne du Maurier, se publicó por primera vez en 1938.
La novela comienza con una descripción de la casa y la finca de Manderley, a la que regresa su propietario, Maxim de Winter, quien vivía allí con su primera esposa, Rebeca, que murió ahogada en el mar. En Montecarlo conoce a una joven que hasta ese momento era dama de compañía de una aristócrata insoportable y cotilla, la Sra. Van Hopper. Maxim le pide matrimonio y, tras la luna de miel, ambos vuelven a Manderley.
Pero, una vez allí, la nueva Sra. de Winter descubrirá que Manderley no es como ella había imaginado. El ama de llaves de la casa la desprecia y la sombra de Rebeca, la única e insustituible señora de Manderley, es muy alargada…
Mis impresiones sobre el libro:
Aunque había visto la magnífica película de Hitchcock, hasta ahora no había tenido ocasión de leer esta novela que podría encuadrarse dentro del género romántico.
Anoche soñé que había vuelto a Manderley… Así empiezan el libro y la película del gran Hitchcock. El comienzo es uno de los más contundentes de la Historia de la Literatura, inolvidable y capaz de atrapar al lector que ya no puede dejar de sumergirse en la historia.
La protagonista del libro no es, como podría pensarse por su título, Rebeca, sino una muchacha inocente de la que en todo el libro no se menciona su nombre, que se convierte como consecuencia de su matrimonio con Maxim de Winter en una auténtica víctima de los acontecimientos. Es imposible leer esta obra y no empatizar profundamente con ella, tan desvalida y de la que sólo se espera que sea capaz de doblegarse a los intereses de su marido.
Lo más interesante de la novela es, desde mi punto de pista, el aspecto psicológico, mucho más interesante que el drama romántico. Es increíble cómo la autora es capaz de darle al libro el punto de suspense justo en cada momento.
Otros personajes importantísimos en la novela son la malvada Sra. Danvers, empeñada en mantener vivo el recuerdo de Rebeca y paradigma de las malas malísimas de la literatura y el cine y la propia mansión Manderley, que parece gozar de vida propia en muchos momentos de la novela.
En definitiva, un libro que no puede dejarse una vez se ha empezado su lectura.