En Marrakech hay muy buenos hoteles para pasar unas vacaciones tranquilas en pareja. Uno de los que más me gustan es el Riad Kheirredine de Marrakech, un hotel pensado para dejar contentos a los clientes.
A nosotros nos trataron como si fuéramos los Reyes de España. Cuando entré en nuestras habitaciones y las vi llenas de pétalos y velitas me sentí importante.
El Riad Kheirredine de Marrakech es un auténtico palacio. Su decoración está muy cuidada, con mudo en el techo y brocados y tapicerías lujosas.
Tiene un patio interior muy lindo. Es donde hacen la ceremonia de bienvenida cuando llegas al hotel. Pero la estancia común que más me gustó fue la terraza superior. Es divina. Desde allí hay unas vistas preciosas de la ciudad. Te sientes como en otro mundo.
Yo me hubiera quedado una buena temporada si mi economía doméstica pudiera afrontar tanto gasto. No me molestaba ni la llamada a la oración. A mi marido, en cambio, no le hacía mucha gracia. Él es más ateo que yo. Tampoco le gusta el sonido de las campanas. Hace unos años nos acabamos cambiando de domicilio porque las campanas de una iglesia próxima a nuestra casa lo ponían de los nervios.
Volviendo al Riad Kheirredine de Marrakech he de decir que me gustó que fuesen tan generosos con las botellas de agua mineral. Yo en los países extranjeros evito todo lo que puedo el agua del grifo. No me da ninguna confianza. De ahí que necesite un montón de agua mineral. Me tengo lavado el pelo y duchado hasta con agua embotellada.
Encontré el hotel muy ordenado. No tiene nada de caos en su interior, como es pensar al llegar a Marrakech y ver tanto desorden. También me sorprendió que el personal del hotel fuese tan profesional. Lo tenían todo muy limpio y te trataban como si fueses un miembro de la realeza.
En el Riad Kheirredine de Marrakech sólo encontré ventajas. Hasta wl wi fi iba de cine, mucho mejor que el que tengo en mi casa. No parecía que estuvieras en África. Había conexión wi fi por todo el hotel y era gratis.
Nuestra habitación era grande, luminosa, con una cama enorme y un colchón muy cómodo. Tanto la ropa de la cama como las toallas del cuarto de baño eran de la mejor calidad. Lo mismo puedo decir de los albornoces. En el Riad Kheirredine de Marrakech sólo encuentras lujo.
El desayuno era de lo mejorcito. Te podías poner hasta las cejas con la gastronomía local, sobre todo con los deliciosos dulces marroquíes. Tienen una repostería que nada tiene que envidiar a la repostería francesa.
Este hotel organiza excursiones por Marrakech. Nosotros fuimos a uno porque también iban unos amigos nuestros. Lo pasamos divinamente. El guía era un chico que conocía todos los rincones de la ciudad. Descubrimos gracias a él lugares que no conocíamos de estancias anteriores en Marrakech.