El Castillo de San Miguel, Almuñécar, fue una fortaleza romana que había sido construida en la época fenicia. También los árabes lo utilizaron como fortaleza en su día hasta que se convierte en residencia de lo sultanes granadinos en la época nazarí. Este castillo tenía una cárcel que era famosa. En ella fueron confinados los sultanes destronados, los grandes jefes militares venidos y también los ministros que caían en desgracia.
Recibe su actual denominación cuando pasa a manos de los Reyes Católicos el año 1489. Será su nieto Carlos V quien lo amplié añadiendo un foso y un puente levadizo más los cuatro torreones que siguen adornando su fachada.
Nosotros fuimos una vez a verlo. Por fuera lo ves desde cualquier sitio de la ciudad. Desde el castillo también ves toda la ciudad. Tiene muy buenas vistas.
Una vez dentro subimos a uno de los torreones desde donde mi marido se cansó de tomar fotos. Una vez que acabó nos dirigimos a la Torre del Homenaje, que servía de residencia y de observación exterior. Hoy en día montaron en ella una sala de exposición. Allí nos pusieron un vídeo explicativo de la historia del Castillo de San Miguel, Almuñécar. Mucha historia para mis niñas. Me caían con el sueño.
La verdad es que a las niñas no les gustó este castillo. Decía mi Patricia que oía a guerra. No le faltaba razón. El Patio de Armas, el Pabellón militar, la mazmorra excavada en una roca... te hacían pensar en guerras medievales. Quedé horrorizada cuando vi unos huesos humanos en el fondo de la mazmorra. Yo tenía que salir de allí cuanto antes.
Dejamos la mazmorra y fuimos hasta los baños árabes. Yo no podía quitarme de la cabeza los restos óseos que había visto. Ni siquiera la Casa Palacio Nazarí me animó. Mi marido quería pararse a ver los restos de una mezquita. Le dije que ni hablar. No aguantaba más. El Castillo de San Miguel, Almuñécar, no es de mi gusto.