Cada vez que tengo la oportunidad de visitar a mis tías en Lugo, siento una mezcla de emoción y nostalgia. Esta encantadora ciudad gallega se ha convertido en un segundo hogar para mí, y cada visita es una nueva oportunidad para redescubrir sus rincones mágicos y disfrutar de su hospitalidad.
Mi recorrido por Lugo siempre comienza con un paseo por su emblemática Muralla Romana. Este impresionante monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, rodea el casco antiguo de la ciudad y ofrece unas vistas panorámicas espectaculares. Me encanta caminar por sus 2 kilómetros de longitud, observando cómo la historia se entrelaza con la vida cotidiana de los lugueses.
Después de recorrer la muralla, suelo dirigirme a la Plaza Mayor, el corazón vibrante de Lugo. Aquí siempre hay algo interesante que ver: desde mercados locales hasta actuaciones callejeras. Me gusta sentarme en una terraza y disfrutar de un café mientras observo el bullicio a mi alrededor. La Catedral de Santa María, con su imponente fachada gótica, domina la plaza y es una visita obligada para cualquier amante del arte y la arquitectura.
Uno de mis lugares favoritos en Lugo es el Parque Rosalía de Castro. Este hermoso espacio verde es perfecto para dar un paseo tranquilo o simplemente relajarse bajo los árboles centenarios. A menudo llevo un libro conmigo y paso horas disfrutando del ambiente sereno del parque. Además, desde aquí se puede acceder al río Miño, donde me gusta hacer senderismo por las rutas que bordean sus orillas.
Cuando llega la hora de comer, no puedo resistirme a visitar mi restaurante favorito: "O Grelo". Este acogedor establecimiento ofrece lo mejor de la gastronomía gallega, con platos tradicionales como el pulpo a feira y el lacón con grelos. La calidad de los ingredientes y el cariño con el que preparan cada plato hacen que cada comida sea una experiencia memorable.
Las fiestas en Lugo son otro motivo por el cual adoro esta ciudad. Una de las celebraciones más destacadas es el Arde Lucus, un festival que revive el pasado romano de Lugo con desfiles, mercados y representaciones históricas. Participar en esta fiesta es como viajar en el tiempo; me encanta vestirme con trajes romanos y unirme a las actividades junto a mis tías y amigos locales.
Otra festividad que nunca me pierdo es San Froilán, una fiesta que se celebra en octubre. Durante estos días, las calles se llenan de música, bailes tradicionales y puestos de comida donde se pueden degustar delicias como las empanadas gallegas y los churros con chocolate. La atmósfera festiva es contagiosa y siempre me hace sentir parte de la comunidad luguesa.
El clima en Lugo puede ser bastante variable, pero eso no disminuye mi entusiasmo por visitarla. En verano disfruto del sol suave mientras exploro sus calles adoquinadas, y en invierno encuentro encanto en sus días lluviosos paseando bajo un paraguas o refugiándome en alguna cafetería acogedora.
Al concluir cada visita a Lugo, siempre me llevo conmigo recuerdos entrañables y una sensación renovada de conexión con esta tierra rica en historia y cultura. Si tuviera que dar dos motivos para recomendar visitar Lugo serían estos:
-Su Patrimonio Histórico: La Muralla Romana es solo uno de los muchos tesoros históricos que ofrece Lugo. Desde su catedral hasta sus vestigios romanos repartidos por toda la ciudad, hay innumerables oportunidades para sumergirse en siglos pasados mientras se disfruta del presente.
-La hospitalidad gallega: Los lucenses son conocidos por su amabilidad y calidez hacia los visitantes. Ya sea compartiendo historias locales o recomendando lugares escondidos fuera del circuito turístico habitual; siempre te harán sentir bienvenido e integrado dentro comunidad local.
En definitiva; si buscas destino donde puedas combinar exploración cultural profunda con experiencias auténticas llenas humanidad, no busques más allá porque Lugo tiene todo eso que estás deseando disfrutar.