Tal vez no debería ser así, pero en muchas ocasiones, los regalos dicen más cosas acerca del obsequiador que del obsequiado. Claro que, en ciertos casos particulares, esta circunstancia no nace del egoísmo o la pereza sino, sencillamente, de la indecisión respecto a qué conviene regalar.
Hace unos meses, presté un pequeño servicio a una persona que, a pesar de su amabilidad, buena disposición para aprender y cuidado por los detalles no pertenecía a mi círculo cercano de amigos y conocidos.
Dicho favor no revistió mayor importancia para mí. Sin embargo, debido a las buenas cualidades que acabo de mencionar, esa persona no quiso dejar pasar la ocasión de dedicarme un sinfín de palabras de agradecimiento y sorprenderme con un objeto que, si bien me resultaría útil sin dejar de poseer un toque personal, por encima de todo, reflejaba a la perfección el carácter encantador y algo ingenuo de quien me lo regaló.
Así fue como me convertí en dueño de este dispositivo de almacenamiento USB.
Naturalmente, comencé a usarlo de inmediato y he seguido haciéndolo desde entonces.
Se trata de un pendrive de la marca Emtec con una capacidad de 4 Gigabytes perteneciente al modelo Zoo. El motivo de que esta línea de diseño se denomine así consiste en que estos lápices USB vienen insertos en una funda de caucho siliconado con forma de animal. Existen varios modelos: ratón, pantera, pez, tortuga, pingüino, etc. El mío tiene la forma de un oso panda la mar de gracioso.
Como acabo de decir, estas figuras animales están hechas de caucho siliconado y, al menos en el caso del oso panda, son bastante gruesas, por lo que el dispositivo USB estará siempre protegido de impactos bruscos y resbalones inesperados.
El tacto es verdaderamente agradable: blandito y muy suave, con un toque como de plástico pero sin que alcance nunca temperaturas tan frías como ese material. A diferencia de lo que sucede con algunas gomas de borrar, por mucho que toquemos el pendrive, no notaremos ninguna sensación pringosa o incómoda en los dedos.
El tema de los olores tampoco generará problemas, ya que solamente advertiremos el típico tufillo a goma si ponemos la funda del lápiz USB en contacto directo con nuestras fosas nasales.
Todos los dispositivos de este modelo llevan incorporada una cadena de bolitas de acero en la que viene ensartada una pieza de goma con el símbolo del USB (esa especie de tridente con un círculo, un cuadrado y una flecha en sus puntas) del mismo ancho aproximado que la conexión del pendrive. La función de esta pieza es enganchar en ella la parte del animal que hemos de retirar para poder conectar el lápiz a nuestro puerto, de modo que no la perdamos por ahí. En el caso del oso panda, la tapa de la funda, la parte que quitaremos, corresponde al cuerpo del bichejo, mientras que, una vez conectado, la cabeza del panda permanecerá mirándonos en un hilarante efecto.
No obstante, si lo que tenemos miedo de perder no es la tapa de nuestro pendrive sino el dispositivo entero, siempre podremos extraer la pieza de goma de la cadena de bolitas, ensartar tanto la pieza como el lápiz en un cordón largo y utilizarlo como colgante. He visto por ahí a algunas chicas llevar el cacharrete de este modo y he de decir que queda bastante chulo.
Pero, claro, no todo lo referente a este dispositivo de almacenamiento es igualmente chulo. Existen ciertos detalles negativos, comenzando por cuestiones puramente ergonómicas. Como ya dije un poco más arriba, la funda del lápiz es algo gruesa. Ese grosor, unido al hecho de que la cabeza del oso tiene una forma bastante apepinada, hace que el acto de conectar otro dispositivo USB al puerto anexo donde tengamos conectado este pendrive de Emtec sea bastante arriesgado. En el mejor de los casos, si logramos conectar este hipotético segundo aparato, probablemente sea a costa de mover un poquito el dispositivo con forma de animal dentro de su puerto, lo que puede ocasionar pérdida de datos o, al menos, imposibilidad de guardar los últimos cambios que hayamos hecho en nuestros documentos.
Continuando con aspectos de diseño, me atrevería a decir que el pegamento empleado para unir la parte trasera del lápiz a la funda (a la cabeza del oso, en este caso) no debe de ser de muy buena calidad, puesto que sólo han hecho falta unos meses de uso para que, unas semanas atrás, me quedara con la cabeza del panda en la mano cuando trataba que quitar el cuerpo para conectar el dispositivo a mi ordenador. Sin embargo, esto no significa que el aparato haya quedado inservible. Simplemente volví a colocar la cabeza en su sitio y todo se redujo a tener un poco de cuidado a la hora de abrir la funda de aquí en adelante.
Por otro lado, echo de menos en este modelo de pendrive la típica luz de LED cuyos parpadeos nos indican cuándo se está llevando a cabo algún tipo de procesamiento sobre el dispositivo o cuando han concluido dichas operaciones y nuestro lápiz está listo para ser retirado. Tal vez esta carencia no sea de vital importancia, pero una vez que te acostumbras a la lucecita…
Pasando a asuntos más relevantes que pegamento o luces, la velocidad de lectura y de escritura deja muchísimo que desear, máxime cuando estamos hablando de un lápiz USB con una capacidad de 4 Gigabytes. Según el programa que manejo para medir estos menesteres, la tasa de lectura es de unos 13,5 Megabytes por segundo, menos de la mitad de lo que marca el otro pendrive de 4 Gigas que tengo por casa (y del que ya os hablaré en una próxima ocasión). Mientras que la tasa de escritura ronda los 3,5 Megabytes por segundo, unas tres veces menos en comparación con ese otro dispositivo de almacenamiento.
Por último, en lo que respecta al precio, ya he insistido bastante en que se trató de un regalo, por lo que no tengo claro cuánto le costó a la persona en cuestión. Sin embargo, en la tienda Darty, por poner un ejemplo, podéis encontrar esta gama de pendrives de animalitos. En concreto, los de 4 Gigas cuestan 12,90 euros. Aproximadamente el mismo precio que un dispositivo de almacenamiento de similar capacidad pero de marcas tan conocidas como Sony o Philips.
En resumen, el rasgo más destacado de este lápiz USB Emtec Zoo es su divertido diseño. Por desgracia, también es de las pocas cosas positivas que pueden decirse del aparato. En líneas generales, se trata de un pendrive poco apropiado si los puertos USB de vuestro ordenador están demasiado juntos, posee cierta tendencia a desprenderse totalmente de su funda (al menos a mí me ha pasado) y se antoja demasiado lento si vuestro trabajo os obliga a manejar continuamente grandes archivos.
Por fortuna, mis quehaceres cotidianos solamente requieren un espacio grande de almacenamiento. Y digo por fortuna porque tengo la intención de seguir usando este dispositivo pase lo que pase. Si alguien considera que soy merecedor de un bonito detalle como este por una insignificancia, está bien claro que lo mínimo exigible por mi parte es que no deje de darle un buen uso por un insignificante asunto de velocidad.