Pasan los años, sacan nuevos productos pero no hay una casa que no tenga el tarro de Nivea Creme. Forma parte de la casa y acompaña a toda la familia allí donde pasa sus vacaciones.
Viene en un tarro redondo de aluminio de color azul con letras blancas. Su olor es inconfundible.
De pequeña recuerdo que mucha gente en la piscina se la ponía para broncear. Una locura pero en aquella época no eramos conscientes de los peligros del sol y lo más importante era ponerse moreno a costa de lo que fuera.
Otras madres pensaba que la crema iba a proteger a sus hijos y lo que hacían era quemarles la piel. Pues está crema no tiene protección solar y no está indicada para tal. Sin embargo, después de tomar el sol si que es conveniente aplicarla.
En su contra diré que es muy espesa y no se extiende muy bien. Es una crema bastante grasienta con lo cual la piel tarda bastante en absorberla. Pero la hace ideal para aquellos lugares del cuerpo muy secos como los codos o los talones.
Hoy en día, para lo que más ha quedado es para el cuidado de las manos y es que en invierno las manos se agrietan más. Los productos de limpieza resecan bastante la piel y Nivea les devuelve su elasticidad.