En primera línea de la Playa del Moncayo en Guardamar del Segura, se encuentra el Hotel Playas de Guardamar, antiguamente llamado Hotel Campomar. Es un establecimiento de tres estrellas de categoría en el que hemos pasado nueve días de descanso, sol piscina y playa.
Personalmente lo definiría como un hotel correcto, con una relación calidad precio aceptable.
Lo mejor del hotel está fuera del hotel: la playa es sensacional, de arena fina y blanca y agua calentita, ideal para familias con niños, ya que es de esas playas en las que hay que caminar mucho hacia el fondo para que cubra. El hotel tiene acceso directo a la playa a través de una pasarela de madera de unos cien metros que atraviesa la zona de dunas. Otro punto a favor de la playa es la existencia de tres chiringuitos tipo chill out muy modernos y cuidados que abren también por la noche. Los chiringuitos gestionan el alquiler de la veintena de camas balinesas que hay en la arena. El alquiler por un día cuesta 30 euros.
Otros aspectos positivos del hotel son:
- El ascensor panorámico.
- La terraza con vistas al mar y bar con unos precios muy asequibles.
- El personal de limpieza y restaurantes. Todos muy agradables.
- La posibilidad de que mi familia, de cuatro miembros, haya podido dormir en una habitación con dos camas de 1.35 cada una.
- El baño es moderno y más que correcto para un hotel de su categoría.
- Todas las habitaciones tienen una pequeña terraza con vistas a la piscina y al mar.
No obstante, y a pesar de los puntos positivos que acabo de citar, yo no repetiría mi estancia allí. Las razones son las siguientes:
- El personal de recepción es lento y antipático. El check in se hizo interminable: más de una hora de cola para formalizar lo, a pesar de ser 30 de agosto. En su descargo, debo decir que, a mitad de la espera salió una camarera ofreciendo vasos de refresco para aliviar la tardanza.
- Aún hay que utilizar llave para acceder a las habitaciones.
- Coger un ascensor es empresa imposible. Da igual que sea por la mañana o por la noche. Suerte que estábamos en la primera planta.
- La piscina no está del todo mal, pero se queda pequeña para las 1300 personas que se alojan normalmente en el hotel cuando está a máxima capacidad.
- La comida (tipo buffet) no es nada del otro mundo. Poco variada y sin demasiada calidad. A pesar de ello, nos alegramos de haber contratado pensión completa, porque en los alrededores no hay absolutamente ningún restaurante, bar o cafetería. En realidad, en los alrededores del hotel no hay nada, con la excepción de una urbanización solitaria y una pequeña tienda regentada por un matrimonio ruso muy antipático.
- El hotel es extremadamente ruidoso, sobre todo en el restaurante, donde es imposible mantener una conversación en un tono normal. También hay mucho ruido en la piscina.
- En la habitación no hay frigorífico, aunque existe la opción de alquilar uno.
- Con todo, lo peor es la animación. Es sencillamente de traca. Una auténtica tomadura de pelo, que además despierta por las mañanas, fastidia la hora de la siesta y dura hasta las doce y media de la madrugada. Imposible dormir a pierna suelta y peor todavía si se tienen niños pequeños.
VEREDICTO FINAL: Hotel correcto, sin alharacas. Nosotros no volveremos.