Las Peluquerías Spejos dejan bastante que desear. Yo fui a una de estas peluquerías para probar y no quedé nada contenta.
Nada más entrar me dieron la sensación de que no eran muy profesionales. Las peluqueras tenían un aspecto de aprendizas que no podían con él. Vi como le dejaban la cabeza a una chica que le había pedido hacer unas mechas y ya no me atrevía a pedirles un tinte. Aquello que le dejaron en la cabeza eran más mechones teñidos de rubio que mechas discretas.
Les dije que me cortaran las puntas. Un desastre. Llegué a casa y tuve que hacerme unos retoques porque en vez de dejarme la melena en corte tabla me la habían dejado con una punta por el medio de la espalda. Yo no salia así a la calle.
¿El precio? Me cobraron 25 euros por lavar la cabeza, cortarme las puntas y peinarme. No es caro, pero prefiero pagar más en cualquier otra peluquería y salir mejor peinada. De las Peluquerías Spejos sales como si te peinara una chica que está aprendiendo el oficio de peluquera.
Mi hermana, en cambio, está contenta en una de estas peluquerías. Le cobran al mes unos cien euros y le hacen también la manicura. Yo creo que mi hermana va porque le gusta el peluquero. Es como mi madre: como le guste un hombre se hace clienta del negocio. En todo caso, a mi hermana le dejan el pelo mejor cortado que me lo dejan a mí. Los tintes nunca los hace en la peluquería. Ella, al igual que yo y nuestra madre, prefiere teñirse en casa.