El Hotel Sakli Konak es un hotel barato con mucho encanto, pero más que el hotel, te llama la atención la amabilidad de su personal. Se veía que no dominaban el inglés, cosa que no importaba porque su interés en contentarte lo compensaba todo. Tenían mucha paciencia, sobre todo con los niños. Daba gusto ser atendida siempre con una sonrisa.
Nosotros nos quedamos a comer en el hotel porque a mí me daba algo de reparo ir a restaurantes. El hotel se veía limpio y el restaurante del hotel también. Por eso decidimos hacer allí todas las comidas. La única desventaja fue que los platos típicos de la zona que servían no fueron del gusto de mis hijas. Acabaron alimentándose de bocadillos hechos con pan para perritos calientes que yo había llevado de casa. Mis hijas no valen para viajar a países como Turquía. Lo encuentran todo muy raro.
El hotel es muy familiar. El propio dueño te recibe en la puerta y te acompaña a tu habitación. Eso no ocurre ni en las pensiones españolas.
Nuestra habitación era rústica, pero cómoda. La cama tenía una colcha que me recordó aquellas colchas antiguas que había en las casas de campo de nuestras abuelas cuando éramos pequeñas. Las paredes estaban pintadas de color blanco y había una serie de arcos que te hacía recordar que estabas en un país árabe.
El desayuno era muy completo. Te daban a elegir entre mil opciones. Había muchísima fruta y dulces una barbaridad. Si llego a estar dos semanas, regreso a casa con el doble de peso.
Hicimos varias excursiones por los alrededores. El propio dueño del hotel nos planifico las excursiones. En este hotel te lo dan todo hecho. Por eso os lo recomiendo. También os recomiendo hacer rutas por la Capadocia totalmente personalizadas. Nosotros hicimos una y quedamos encantados. Hasta las niñas se lo pasaron bien. Les sirvió para ampliar su cultura.