Estuve en Guayaquil con mi marido por motivos de trabajo y encontré una ciudad que me sorprendió. No esperaba encontrar una ciudad tan cosmopolita aunque sabía que es la ciudad más poblada de Ecuador.
Yo tenía ciertos reparos a la hora de desplazarme por la ciudad. me pasa en todas las ciudades de Latinoamérica, pero mi marido, que es más valiente que servidora, me convenció. Nos disfrazábamos de pobres y podíamos ir a dónde quisiéramos. Así lo hicimos. Visitamos el centro de la ciudad donde encuentras el histórico Barrio de las Peñas con sus pintorescas casas, el Cerro Santa Ana, la Plaza Seminario y pasamos bastante tiempo en el Parque de las Iguanas donde hay unos simpáticos reptiles que hacen las delicias de los turistas, fuimos hasta el monumental Malecón 2000 lleno de diversión. También visitamos el Malecón del Salado, el Jardín Botánico y varías catedrales e iglesias porque mi marido es muy de turismo eclesiástico.
Yo no me perdí los museos. Convencí a mi esposo para ir a museos gratuitos como el Municipal que muestran la historia de la ciudad. Para pagar nos llegó lo que pagamos en los teatros donde se desarrollan durante todo el año obras y espectáculos de danza moderna y clásica que no debes perderte. Tampoco nos perdimos la marcha nocturna. Nos dejamos caer por bares y discotecas en diferentes sectores de la ciudad que abren desde las nueve de la noche.
Tuve también la oportunidad de practicar mi turismo favorito: el turismo de compras. En esta ciudad encuentras varios centros comerciales y diversidad de tiendas que ofrecen productos de famosos diseñadores locales de fama internacional y de otros diseñadores más conocidos para mí.
Para comer no tuvimos problemas porque Guayaquil cuenta con una amplia carta pluricultural que va desde restaurantes del tipo gourmet internacional hasta huecas tradicionales de comida típica de las que yo pasé. Soy de las que si puedo comer como en casa, no me animo con las gastronomías locales del extranjero.
Mi marido me convenció para hacer agroturismo por las afueras de la ciudad. Pudimos aprender sobre la producción del cacao, azúcar y arroz de la mano de las comunidades de la costa. A lo que no me apunté fue a los deportes extremos que se podían hacer en las grandes cascadas que hay cerca de la ciudad.
Preferí acercarme en dos horas de viaje a las playas de Villamil y Salinas.
Os recomiendo visitar Guayaquil. Nosotros aterrizamos en el Aeropuerto Internacional José Joaquín de Olmedo. Fuimos en junio, cuando el clima es más seco. A mí la humedad no me sienta nada bien. En la ciudad nos desplazamos en taxis. Es lo más seguro. A mí el bus urbano no me gustaba y el sistema de metrovía que recorre casi toda la ciudad tampoco me convencía.