La Playa de la Concha es una de las imágenes más conocidas de San Sebastián. Es una playa preciosa, sobre todo porque está enmarcada por los edificios majestuosos del centro. Sin embargo, con todo lo que había oído sobre ella me esperaba mucho mas. Quizá la explicación a mi pequeña decepción sea que soy del norte y estoy acostumbrada a este tipo de playas de arena fina y aguas limpias.
La Playa de la Concha abraza la Bahía de la Concha y tiene una forma curva. Flanqueada por un monte a cada extremo (Urgull e Igeldo) y con la Isla Cristina enfrente es un placer para la vista desde cualquier punto que queramos verla.
No es una playa pequeña, pero para una ciudad como San Sebastián si que creo que se queda pequeña y es que las mareas en el norte son muy vivas, como lo que la anchura de la playa con marea alta se queda ridícula. Con marea baja llega a los 40 metros, así que dependiendo el momento en el que la visitéis os parecerá una cosa u otra.
Su longitud de 1350 metros a priori puede parecer mucho. Vuelvo a lo de antes. Estoy acostumbrada a playas así y mucho mas largas, así que la Concha me parece muy aceptable pero no gigante.
La arena de la playa es ideal. Fina, blanquita, de esas arenas en las que apetece tirar la toalla y plantar la sombrilla.
He estado en otoño, con lo que no puedo deciros cuán masificada está, pero supongo que mucho porque en Donostia hay muchos habitantes y es la playa que está en el centro, con lo que es ideal para quien no quiera coger coche. A ella puedes llegar en transporte público sin problemas. De hecho, mejor transporte público que vehículo propio y es que por la zona no hay demasiado aparcamiento y lo poco que hay es de pago.
Esta playa hay que verla si estás en San Sebastián, y hay que verla desde todos los ángulos posibles. Merece la pena subir a alguno de los montes que la flanquean, pero también hay que ver la perspectiva de la ciudad desde la arena. Impresionan los edificios señoriales y estupendamente conservados que tiene la ciudad.