Antes de comenzar la opinión me siento casi obligada a hacer una advertencia a aquellas personas, que como yo, pueda llegar a coger este libro por error. Ese fue mi caso, ya que estando en la biblioteca, buscando alguna novedad de Murakami (el primero y verdadero, el autor de obras nostálgicas y hermosas tales como Tokio Blues o Sputnik, mi amor). Esta edición de Anagrama únicamente presenta el apellido del escritor en el lateral. Aun extrañándome que se editara en otra que no fuera Tusquets, me lo lleve a casa… y ahí comenzó el susto.
Azul casi transparente, no es un mal titulo. De hecho, puede resultar casi sugerente, incluso algo mágico. Nada más lejos de la realidad. Cuando comencé a leerlo, me llamo la atención el cambio de estilo del autor. Ya en la página 15, después de haber descrito como se inyectaban, fumaban y esnifaban una variedad inimaginable de drogas (ni siquiera sabía que existieran tantas), le di la vuelta al libro: ¡Con razón no me cuadraba con MI Murakami! No era el mismo ni de lejos.
Si tuviera que hablar del argumento, iba a ser ligeramente difícil. Realmente no existe una historia o un hilo argumental definido. Simplemente narra la vida cotidiana de varios jóvenes japoneses que viven en la cercanía de una base militar norteamericana. Son los típicos “punkis” de los 70 y 80 (aunque la historia este ambientada a finales de los años 60), drogadictos, irresponsables, bastante ignorantes y sin ninguna idea de donde vienen y adonde van. La narración transcurre continuamente en un mar de peleas, orgias y drogas. ¿Qué argumento puedes describir en la continua “monotonía” de un joven sin vida?
Hay ocasiones, en las que cuando leemos un libro, podemos desglosar la psicología y comportamiento de cada personaje (siempre que estén bien caracterizados). En este caso, todos estos jóvenes son un único “ente”, iguales entre sí. El autor ni siquiera ha podido desarrollar sus personalidades ya que ellos mismos no demuestran ningún interés por desarrollarse como personas. La única diferencia que establecen es la verdadera pasión que sienten por distintos vicios: las drogas, el sexo (casi rozando la violación), o tal vez las dos cosas al mismo tiempo.
El único personaje que se puede separar psicológicamente del grupo de Ryu, que incluso podríamos pensar en él como el Alter Ego del autor. Es precisamente quien narra la historia, en primera persona. Para mí es un carácter totalmente exasperante: es la apatía personificada. Le es totalmente indiferente participar en una orgia digna de la más brutal película porno, que pincharse heroína o pensar en poesías y florecillas.
Llegado a este punto yo ya estaba alucinando con lo que se contaba, así que decidí pasearme por algunas críticas de internet para ver que se decía: a veces nos pasa que leemos algunos libros que llevan una moraleja o son una metáfora, y no nos damos cuenta. Pero por lo que vi, este no es el caso. Dicen algunos entendidos del tema, que su obra es puro arte ya que consigue eliminar cualquier tipo de sentimiento o juicio por lo que narra. Sinceramente, eso sí que es un logro. Aunque parece más que lo ha hecho como diciendo: dejadlos, que son jóvenes.
Jóvenes e inexpertos, o no, la mayoría ya son politoxicómanos, maltratadores o prostitutas... Sin haber pasado apenas la mayoría de edad.
Bueno, llegado este punto, tal vez he sido un poco sarcástica a la hora de hablar de la historia y los personajes. Al fin y al cabo es ficción, y no puedo sentirme tan enfadarme tanto con un personaje que no existe. Simplemente intento hacer llegar la idea de la sorpresa que me lleve al leerlo, yo que me esperaba alguna historia nostalgia y lacrimosa como suele escribir Murakami (el mío)
Realmente no ha sido tan malo, por varios motivos. Primero: es muy fácil de leer, y apenas tiene 150 páginas. No es lento, de estos libros que se hacen eternos a cada párrafo. Así que, aunque algunos tramos son desagradables, sobre todo si sufres de estomago sensible, yo he visto y oído muchas bestialidades en mi vida y hay cosas que no me afectan casi. Otro punto a favor es que no se ha desfasado con el tiempo. A pesar de estar ambientado en los años 60, el lenguaje que utiliza bien podría ser contemporáneo. Un joven llamando a otro tío, cabron, mamonazo y una cantidad de términos que me resultaría muy difícil enumerar al completo. Totalmente actual.
Quiero dejar claro a lo que me refiero con escenas desagradables. Apartando un poco las explicaciones totalmente detalladas de orgias bisexuales, hay un párrafo concreto que me afecto por encima de los demás. En él se describe una paliza a un policía, con detalles como el sonido de un brazo roto, como le rompían algunos dientes y caía redondo al suelo. Muy fuerte.
Parece ser que en los primeros años como escritor, a este Murakami, se le acuso de brutalidad y pornografía. Sin embargo, parece que la gente siente más morbo que asco, y la cantidad de lectores (una crítica semejante puede hacerte un favor) aumentaba sin parar.
Otro de los aspectos que los entendidos destacan es que es “frío y antisentimental”. Lo de frio estoy de acuerdo, porque las escenas tan crudas que narra como si estuviera contando que fue a comprar chorizos (sushi en su caso) no es normal. Sin embargo, yo no creo que sea antisentimental, porque su Alter Ego sí que tiene sentimientos, aunque sean de indiferencia. Al final hasta le cogí apego y todo….
Una comparación que se ha hecho, y no sé si la leí en un blog o en la contraportada, es una combinación entre La naranja mecánica de Burgess, y El extranjero de Camus. Como he leído los dos, puedo opinar, y creo que tienen razón. Los personajes se parecen bastante a los de La naranja mecánica, aunque con otra ambientación. Y Ryu me recuerda en cierta manera a Mersault, de Camus. De hecho, en cualquier momento podríamos oírle decir la famosa frase que da inicio a El extranjero: “Hoy mama ha muerto. O tal vez ayer. No lo sé”
Y volviendo al tema del Alter Ego (de verdad que yo lo creo). Si no es el mismo, al menos las cosas que cuenta pueden haber sido medianamente reales. Tened en cuenta que el autor contaba la edad de los personajes en los años en los que se ambienta, e incluso vivió cerca de una base militar. Al final de libro añade una carta, a modo de epilogo, en la que se dirige a Lilly, la amante de Ryu. Le dice que aunque haya escrito el libro y contado la historia, no ha cambiado. Da que pensar, la verdad.
Ahora viene la hora de la verdad: lo recomiendo. Es diferente, y a veces no viene mal salirnos, aunque solo sea por error, de los raíles literarios que nos tenemos puestos. Además, la impresión fue mejorando según seguía leyendo, hasta alcanzar una razonable nota de 6.5. Al final me ha gustado, aunque creo que tal vez pase un tiempo antes de que me decida a coger otro libro de este autor.
Por último, para el que le interese, también hay película. Esa sí que no la voy a ver.