Eduardo López (Leonardo Sbaraglia) es un hombre de negocios que, debido a su absorbente trabajo en una multinacional de seguros, descuida su vida personal y a su familia. Como vía de escape, sale a correr todas las noches. A la vuelta de un viaje de negocios conoce en el aeropuerto de Madrid a un hombre enigmático con el que, supuestamente, ya había coincidido con anterioridad. Su nombre es Raimundo Conti (Miguel Ángel Solá) y propone a Eduardo trabajar juntos...
Así comienza el filme “El corredor nocturno” dirigido por Gerardo Herrero, en una adaptación de la novela homónima del uruguayo Hugo Burel con guión de Nicolás Saad.
Los protagonistas, dos argentinos muy solventes: Sbaraglia y Solá, que desarrollan unos personajes muy interesantes. Completa el casting Erica Rivas, cuya interpretación resulta bastante inexpresiva.
La idea de la película no es muy original: Lejos de vivir en el Infierno, El Diablo (El Mal), habita entre nosotros. En este caso encarnado en Raimundo, un tipo oscuro que vulnera constantemente la intimidad de Eduardo, llegando a manejarle como a una marioneta.
Un ambiente inquietante, una buena fotografía y la música de Lucio Godoy, que aporta bastante tensión a la acción, unidos al ya mencionado duelo actoral son los puntos fuertes de una película cuya primera media hora promete pero que, a partir de ahí, se estanca cayendo en la monotonía. Por otro lado, el giro final se adivina a la legua y es bastante artificioso, con lo que la película se queda muy por debajo de sus posibilidades reales.
¿Recomendable? Básicamente sí, por ver a Sbaraglia y sobre todo a Solá, pero esperaba más de ella.