El Hotel Villa Emilia de Barcelona es un hotel de decoración cuidada, trato exquisito y habitaciones amplias.
A nosotros nos tocó una habitación muy amplia con un cuarto de baño a la altura de la habitación.
No es nada barato alojarse en este hotel, pero compensa. Está muy bien comunicado. Muy cerca tienes parada del metro.
La única desventaja que le encontré fue lo poco variado que era el buffet del desayuno. Mi marido se fue a saciar en una tienda de delicatessem que hay al lado del hotel y que resulta verdaderamente tentadora por la calidad y originalidad de sus productos, especialmente de los dulces.
Me encantó la terraza del ático. Desde allí las vistas eran preciosas y daba gusto estar cuando calentaba el sol.
Pero lo mejor era la amabilidad de su personal. Amables y eficientes, desde las camareras de habitación hasta los camareros del bar. Todos tenían siempre una sonrisa para ti, una carantoña para mi niña; derrochaban simpatía.
Es una pena que sea un alojamiento caro. Te compensan el precio con un servicio eficiente, con habitaciones y estancias comunes muy limpias, con esa merienda de cinco a siete de la tarde gratuita. No es muy generoso el kit de baño, pero cuando le pides más champú o más gel te lo suben enseguida.
Su ubicación es muy buena. Llegas al paseo de Gracia en unos diez minutos de caminata.