Se trata de una gama de relojes que la casa japonesa Seiko nos presenta como solución ideal para medir el tiempo, y de la que el servidor es propietario de uno de ellos, concretamente de un Seiko Daytona chronograph, que es del que os voy a hablar.
Posee una caja de acero en cuya corona se encuentran las indicaciones de los puntos cardinales, lo que facilita su uso como brújula.
De su caja salen tres protuberancias, en las que las dos extremos son los pulsadores de inicio – parada de la función de cronómetro y el de parada (lap) y restablecimiento, mientras que la rueda central nos permitirá ajustar la hora y el calendario.
El reloj cuenta con tres esferas situadas a las doce la correspondiente a las centésimas del cronómetro, a las nueve el segundero del reloj (el normal) y a las seis que marca los minutos cronometrados.
Su esfera está dotado de un cristal que no se raya, denominado hardless, de lo que tras más de tres años en mi poder puedo dar fe.
Como hándicap indicar que su movimiento es analógico de cuarzo, por lo que usa una batería de las del tipo botón.
Otra de las características más ventajosas, es que se trata de un reloj sumergible, que se según reza en su carcasa, soporta hasta los 100 metros, lo que aunque no he llegado a comprobar, si que puedo decir que te puedes bañar con él tanto en la piscina como en el mar y continúa funcionando.
La pulsera del mío es de nylon caqui, pero también existen otros modelos con la correa negra e incluso de acero inoxidable.
En definitiva, si quieres uno como el mío, es difícil de encontrar, pues se trata de una línea antigua, aunque por unos 120 euros puedes hacerte con uno de ellos. No obstante si optas por una versión moderna de este reloj, le puedes perder el cariño a más de 300 euros como mínimo.