Estos días de vueltas al cole y cuestas de septiembre que se alargan hasta la Navidad estoy visitando mucho la tienda de Primark que me queda cerca de casa.
Es una tienda donde encuentras ropa barata. No es que sea gran cosa, pero vale para ir tirando, sobre todo cuando tienes niños. No están las cosas como para derrochar por mucho que entren en tu casa dos sueldos.
Lo que nunca compro en Primark son los zapatos. Prefiero gastar un poco más y llevar unos zapatos buenos. Los de Primark enseguida rompen a poco que andes.
Yo compro ropa. Están los precios tirados. Por cuatro euros te llevas a casa un vestido de talla grande para tu madre que no lo encuentras a ese precio en ninguna otra tienda. Hay una variedad de tallas muy amplia, un surtido igual de amplio, colores vistosos en la mayoría de las prendas.
¿Y qué decir de los complementos? Raro es el día que entre y no salga con un cinturón o unas pulseras. Me gustan meras, pendientes y demás bisutería barata.
Lo que no me gusta nada es hacer cola. En Primak tienes que ir con paciencia y con tiempo. No es una tienda pensada para personas con prisas. Yo no suelo llevar a la niña porque se me desespera en la cola.
Ninguna prenda que compres en Primark tiene buena calidad. La que no acaba con un descosido acaba con bolas. Desde el último jersey que compré prometí no comprarles más jerseys. Aquello echaba más bolas que una oveja lana. Tanto daba que lo lavaras en la lavadora como que lo lavaras a mano.
Las tiendas de Primark están muy bien organizadas, por secciones, son amplias, ordenadas. No sueles tener problemas en la cola a la hora de pagar con eso de que se te cuele alguien porque hay números. También hay mucha gente siempre. Las veinte cajas que te puedes encontrar están a todo dar y no dan abasto. No sé si será que yo siempre voy los días de mayor afluencia de clientela. Lo que sé es que siempre me tocan largas esperas para pagar.
Tienen bastante personal vigilando. Colocan lo que la gente descoloca, pero no te agobian preguntando si quieres algo, te dejan mirar libremente.
No admiten devoluciones de todos sus productos. Por ejemplo, no te admiten que devuelvas ropa interior, lo cual considero un acierto. Sólo pensar que acaba comprando unas bragas que se ha puesto otra se me revuelve el estómago.