El Hotel Arcos de Quejana está ubicado en un palacio del siglo XIV dotado de todas las comodidades que necesitamos las personas de hoy en día. Yo pasé en este establecimiento hotelero unos días inolvidables con mi marido y mis hijas.
Está en la provincia de Ávila, en plena naturaleza y rodeado de tranquilidad. Estamos hablando, pues, de un establecimiento de turismo rural con más calidad que una casa rural que te puede alquilar un particular.
Nuestra habitación tenía una decoración antigua remozada que te hacía sentir como en la casa de tu abuela. Paredes de piedra sin cubrir, cama con cabezales de madera de estilo antiguo, colcha blanca, suelo de madera.
Lo que más me gusto fue la comida. El desayuno era muy completo. Nos ofrecieron la bollería más variada que te puedas imaginar. El café era sabrosísimo. Los zumos eran naturales. Hasta tenían Cola-Cao para las niñas. Yo, que no soy de mucho desayunar, me ponía hasta las cejas con la fruta de temporada que servían en el desayuno. Las ciruelas estaban riquísimas, y lo mismo puedo decir de los kiwis.
La comida era muy casera. Te sobraba de las raciones que te ponían porque una ración como dos de algún restaurante.
Los jardines estaban muy cuidados. Nuestra habitación no era muy soleada, pero cuando abrías las ventanas entraba un aire fresco y sin contaminar que daba gusto.
El hotel estaba muy limpio, tanto lo que era las habitaciones como las estancias comunes. Nuestra habitación no era muy grande. Estuvimos algo apretados de espacio. Lo mismo puedo decir del cuarto de baño. Lo demás era perfecto.