En el Ayre Hotel Sevillla nos alojamos una vez que llegamos a la capital andaluza sin haber hecho reserva de hotel. Fue salir de la Estación de Santa Justa, andar unos metros y encontrar este hotel bastante cómodo.
Me dio buena impresión nada más entrar y ver su recepción en la planta baja, una planta con forma de L, con sillones y sofás y una bonita escalera de caracol que te lleva a la planta donde tienen los salones para conferencias.
La conexión wi fi era gratis sólo en la primera planta. En las habitaciones había que pagar por conectarse a la Red de Redes. Por el parking habría que pagar 18 euros. Nosotros no pagamos nada porque habíamos llegado en el AVE. Lo que sí hicimos fue alquilar un coche en el servicio de alquiler del hotel.
Es un hotel que tiene sus ventajas. Por ejemplo, tenías personal para cuidar de los niños, lo que te permitía salir tranquila por la ciudad con tu pareja. Podías peinarte en la peluquería del hotel o recibir unas fotos que tu chico te había comprado en la floristería que también tenían.
A nosotros nos dieron una habitación de no fumadores en la sexta planta. Era un cuarto cómodo y bastante grande. Lo mismo puedo decir del cuarto de baño donde había toallas suficientes y una bañera decente.
Desde las ventanas de nuestra habitación veíamos a lo lejos la Giralda. Tenía, pues, buenas vistas.
El minibar no estaba nada surtido. Sólo teníamos agua y zumos. El agua era gratis.
No me gustó que la habitación tuviera moqueta en el suelo. Menos mal que la veías limpia. La decoración combinaba cosas modernas con cosas antiguas como los cuadros que colgaban en las paredes.
No nos quedamos a desayunar en el hotel. Desayunamos fuera, en la cafetería de unos amigos nuestros. También comimos y cenamos fuera.
Otra cosa que no usamos fueron las piscinas. Había una bastante grande detrás de la recepción.