El Club Hotel Praha es un dos estrellas que tiene una ubicación excelente, en el centro de Praga. Te queda todo a mano y puedes evitar muchos gastos en desplazamientos.
Si quieres ir a sitios que te queden algo lejos del hotel, puedes hacerlo en transporte público. La estación de metro queda cerca y por delante del hotel pasan dos líneas de tranvía.
Ahí terminan sus ventajas. Las demás son desventajas. Por ejemplo, los empinados escalones que te llevan a la recepción del hotel. Me costó trabajo subirlos con tacones y tirando de la maleta.
El ascensor es muy pequeño. Dos personas dentro van como sardinas en lata, aún siendo delgadas como mi chico y yo.
La decoración del hotel es un poco cutre. Nuestra habitación estaba decorada en tonos lilas, rojos y blancos. Tenía un aspecto de todo a cien la miraras por donde la miraras.
Lo mejor de la habitación eran los sillones. Resultaban cómodos para sentarse. Mi chico dormía la siesta en ellos. No me extraña porque la cama no era nada cómoda. Tenía un colchón durísimo.
Lo peor, que no había cuarto de baño en nuestra habitación. Tuvimos que compartir baño con otros huéspedes del hotel. Quedé horrorizada. De haber sabido que nos iban a dar una habitación si cuarto de baño, mis pies nunca se hubieran puesto en el Club Hotel Praha. Menos mal que el cuarto de baño lo tenían bien limpio.
Del desayuno no tengo queja. Era un buffet con bollería variada, mermeladas, cereales, fruta, yogures, salchichas, bacon, galletas, infusiones, cafés... No salías con hambre.
No nos cobraron la conexión wi fi. Tenían por las paredes papeles indicando la contraseña que había que introducir para poder conectarse desde cualquier sitio del hotel.
El Club Hotel Praha es un dos estrellas que no merece una tercera estrella. Ni siquiera por lo limpio que lo tienen ni por la amabilidad de su personal. Que no tenga cuarto de baño en las habitaciones me parece tercermundista. Lo de compartir baño está bien con la familia de cada uno en casa, no en un establecimiento hotelero.