Andar en la bicicleta nunca se me ha dado demasiado bien. Ni siquiera en una bicicleta para principiantes como la Conor AFX 8500 que compró mi marido pensando en mí consigo no hacer mucho el ridículo.
Tiene un diseño sencillo, en color negro. No es una bicicleta que te llame la atención. Yo la veo bastante antigua. Me recuerda mucho a una bicicleta que tuve de niña a la que se le quitaban los ruedines y se le subía el asiento según ibas creciendo.
El cuadro no resulta pesado, es de aluminio ligero y un poco estrecho. Lo encuentro bastante ergonómico. A mí me resulta cómodo cuando voy pedaleando.
El sillín me parece duro durísimo. Pronto me vienen ganas de bajarme de este sillín amarillo que no invita a pasar horas sentada sobre él.
Los frenos son de zapata. Yo los encuentro duros. Por eso nunca meto la bicicleta cuesta abajo. No vaya a ser que no dé frenado a tiempo.
Tampoco esta bicicleta es para meter por sitios algo agrestes. Te va bien por un suelo asfaltado, pero no campo a través. Los neumáticos aguantan bien un camino con gravilla. Os lo digo por experiencia porque yo suelo meterla por este tipo de caminos en la aldea.
La bicicleta Conor AFX 8500 vale para irse practicando un poco dando paseos por caminos y carreteras fáciles. Es mejor para caminos llanos, nada de cuestas para arriba ni para abajo.
Yo le echo en falta unas mejores suspensiones. Las dos que tiene en la horquilla delantera dejan bastante que desear. Lo notas cuando vas por suelos con baches.
Su precio es razonable. Me costó 350 euros. Bueno, mejor dicho, le costó a mi marido, pero lo que le cuesta a él también me cuesta a mí porque tenemos bienes gananciales.