A mi pareja y a mí nos encanta escaparnos algún fin de semana a relajarnos en un balneario. Buscamos cosas que estén cerca de Madrid, que tampoco es cuestión de pegarnos una paliza para dos noches, y que estén en sitios tranquilos, para variar un poco, así que este en principio parecía muy apropiado para nosotros. Además me habían hablado muy bien de El Burgo de Osma, así que tenía ganas de conocerlo.
La verdad es que acabamos encantados. El hotel está en el edificio de la antigua Universidad de Santa Catalina, del siglo XVIEl edificio por supuesto está totalmente rehabilitado, y le han sabido dar un toque actual de lo más acogedor. La recepción es lo primero que encuentras, es pequeña, pero cuando haces el Check in pasas al antiguo patio central que hoy está cubierto. Es una ista que merece la pena, pues lo han dejado precioso. Ahí hay un bar y un restaurante que suele estar bastante lleno. Además me llamó mucho la atención el cuarto de juegos para niños, muy buena idea.
Luego vas a tu habitación por unas escaleras de piedra. Me pareció una habitación muy cómoda, amplia y bonita, la verdad es que no tengo ninguna queja.
El circuito termal nos gustó bastante, salimos super relajados, que es lo que importa. Aunque tienen un montón de opciones de masajes y tratamientos, nosotros no nos dimos ninguno. También probamos el desayuno, que está bien. Al restaurante no fuimos, porque salimos a comer al pueblo. Es un pueblecito muy bonito, merece la pena. También fuimos al Cañón del Río Lobos, está a unos 10 km y es precioso.