Este hotel está en línea con los mal llamados hoteles de la zona en los alrededores de la estación Victoria de Londres. Y digo mal llamados hoteles porque son más Bed and Breakfast, es decir, cama y comida, pues nada más se puede hacer en ellos.
Después de la mala fama que tienen los alojamientos en Londres iba con mucho miedo y muy pocas expectativas, a pesar de los 140 euros por noche que me había costado la habitación doble. Por ese precio normalmente consigues hotelazos, pero en Londres tuve que conformarme con una pensión de 3 estrellas.
La habitación estaba en la 4ª planta sin ascensor, aunque el recepcionista nos ofreció ayuda para subir las maletas. La escalera era un poco estrecha y los peldaños muy altos, todo enmoquetados pero la moqueta muy limpia.
El tamaño de la habitación era aceptable. De hecho, tenía dos camas, una individual y otra de matrimonio a pesar de que a habitación supuestamente era doble. Por cierto, la cama comodísima y la temperatura de la habitación perfecta para dormir a pierna suelta.
El equipamiento estaba bien, sobre todo porque no pasamos apenas tiempo en la habitación. Había una silla, mesa de escritorio, pantalla plana y calentador de agua para preparar café o te.
Mención aparte merece el baño. Limpio si, pero bastante pequeño, aunque eso no era lo peor. Lo peor fue intentar ducharse. Imposible regular la temperatura del agua. Tan caliente que te escaldabas o helada y encima un chorrito ridículo. Vamos, que tuvimos que asearnos como los gatos y lo de lavarse el pelo fue una odisea.
Ah, y puestos a quejarse, lo de las vistas por la ventana era de chiste: Veíamos un muro y por arriba una pequeña barandilla de piedra. Ni que decir tiene que no descorrimos la cortina en todo el puente.
La habitación incluía desayuno buffet, servido en la planta sótano, en un comedor minúsculo con mesas corridas.
No es que fuera muy variado, pero todo estaba rico: Tostadas, pan, croissant, lonchas de jamón y queso, cereales, yogur, zumos y bebidas calientes de máquina, incluyendo chocolate. Para mi suficiente.
Pero lo mejor de todo es su ubicación, a 5 minutos a pie de la estación de trenes de Victoria, y a 15 de atracciones turísticas como el Palacio de Buckingham o el Parlamento.
La calle del hotel es tranquila y está plagada de hoteles que tienen la misma pinta por fuera.
Desde luego Londres merece otra visita y aunque el hotel no me ha parecido malo, intentaré encontrar otro por la zona con un precio mejor y es que tampoco le he visto nada especial, lo más destacable la limpieza, pero por ese precio espero mejores hoteles.