Carcassonne es una ciudad francesa que fue reconstruida en el siglo XIX. Lo más interesante que tiene es una ciudadela medieval rodeada de murallas. Por eso está siempre llena d turistas. Los de Carcassonne han sabido vender bien su antigüedad.
Es una ciudad pequeña. No llega a los 50.000 habitantes. Paseando por sus calles te sientes como si pasearas por un pueblo un poco grande. De ahí que se note tanto la saturación de turistas.
Nosotros fuimos a Carcassonne porque a mi marido le habían hablado maravillas de esta pequeña ciudad. Yo quería ir en coche, pero mi santo esposo me convenció para ir en avión. Carcassonne tiene aeropuerto.
Me gustaron sus casas señoriales. Lo que no me gustaron mucho fueron sus calles estrechas. A mí las calles estrechas como que me dan un poco de miedo.
Mi chico no se perdió ningún monumento. De la Puerta de los Jacobinos sacó mil fotos. Decía que era una de las puertas de Carcassonne. Lo mismo hizo con una fuente dedicada Neptuno que hay en la Place Carnot. Fue solo a la Iglesia de Saint-Michel, mientras yo iba de compras. Las iglesias no son lo mío. Tampoco lo acompañé a la Catedral de estilo gótico.
En el Castillo condal tuvimos la suerte de entrar gratis porque nos tomaron por menores de 25 años. Nos ahorramos los 8,50 euros que valía la entrada. No me gustó mucho el castillo y menos su exposición de restos históricos de la ciudadela.
Pese a todo os recomiendo visitar Carcassonne si andáis por el sur de Francia. Allí todo es medieval. Nosotros fuimos en primavera que es cuando el clima es más suave. Ni te asas de calor ni te mueres de frío.