Toulouse es una ciudad francesa de unos 450.000 habitantes. Es más grande de lo que yo pensaba antes de visitarla con mi chico. Me sorprendió también su clima suave. No pasamos nada de frío. Había unos 20º C y estábamos en otoño.
Nosotros fuimos en avión desde Madrid. El aeropuerto en Toulouse está a unos siete kilómetros del centro de la ciudad.
La parte más tranquila de esta ciudad es su centro, lleno de edificios de ladrillo que le dan un cierto color rosado. Visitamos el Ayuntamiento, que está en el Capitolio de la Plaza del mismo nombre. Fue una visita gratuita. Justo detrás está la oficina de turismo por la que nos pasamos para recoger folletos. Tampoco pagamos por entrar en el museo de Saint Raymond donde están las esculturas romanas. Conseguimos hacernos pasar por estudiantes.
Lo que me horrorizó de Toulouse fue el Monumento a los Muertos que hay en el Bulevar Verdier. Me pareció de mal gusto. Mi chico quería pararse a ver los relieves que tiene el arco por dentro. Yo escapé. Preferí ir de compras por la zona. Tenía que llevar regalos para mi madre y para mi suegra.
En Toulouse hay muchos jardines. Te pierdes en tanto jardín. Mi marido decía que aprovechan para hacer jardines porque tienen un río que divide la ciudad en dos. Un río pelado quedaría feo. Bueno, por tener también tienen unas islas en mitad del río. Las llaman la Isla du Ramier.
Os remiendo visitar Toulouse siempre que evitéis los barrios de las afueras. Son peligrosos. A mi hermana casi le quitan el bolso en un barrio que está en la zona de las estaciones de tren. Sólo a ella se le ocurre ir a la zona donde se hacinan las personas más desfavorecidas.