Cuando conocí el Castillo de Cullera, Valencia, me vinieron ganas de comprarlo. Es una pasada de castillo por las vistas al Mediterráneo que tiene. Debe ser un lujo despertarte, asomarte a la ventana de tu castillo y ver todo el Mediterráneo a tus pies. La escena sería perfecta si tu santo esposo te canta eso de Nací en el Mediterráneo que canta Serrat.
Este castillo musulmán data del siglo X. Mi marido quería subir andando por el Camino del Calvario desde el Barrio del Pozo. Le dije que ni hablar. Mis pies no estaban para la caminata sobre unos tacones de 15 cm. Subimos en coche y lo dejamos aparcado en una explanada que hay para dejar los coches a los pies del castillo. Fue una pena que no fuera verano porque podríamos haber subido en un tren turístico que pasa por allí.
Cobrar te cobran por todo en el castillo. Hasta nos cobraron un euro por cabeza por ir en un ascensor panorámico que para mis hijas fue como ir en la noria de una feria. Pensaban que se iba a romper el trasto.
La entrada cuesta 3 euros. Puede no parecerte cara, pero, multiplicada por dos, son 6 euros. A eso le sumas dos euros de las entradas de las niñas y te pones en ocho euros. Y no has comido nada ni bebido nada por ese dinero. El turismo cultural no sale nada barato.
Pese a que a mí no me va nada el turismo de andar mirando monumentos y edificios, me lo pasé bien. Visitamos el museo que hay en una de las torres del castillo. También nos quedamos a un concierto que hacían de noche.
Lo que más me gusto del Castillo de Cullera fue el mirador. Desde allí veías toda la ciudad, el mar, los campos de la huerta valenciana. Os lo recomiendo.