Soy una compradora compulsiva de libros de autoayuda. Son unos libros que noto que me ponen las pilas, aunque no siempre estoy de acuerdo con lo que nos cuentan.
Ser feliz en Alaska de Rafael Santandreu nos hace un listado de las «neuras» que nos amargan la vida. ¿Y cuáles son? La ansiedad, depresión, estrés y timidez. Podrían resumirse en el miedo. El miedo te amarga la existencia. En eso estamos todos de acuerdo.
El autor nos propone salir de nuestros miedos cambiando la mentalidad. ¡Cómo si fuera tan fácil! Una persona no puede pasar pesimista a optimista como quien pasa de una habitación a otra. Ser feliz en Alaska nos propone el método de la escuela terapéutica que considera más eficaz: la moderna psicología cognitiva. Mucho lío para mí. Seguí leyendo, una vez conocida la propuesta del autor, porque no conocía tal psicología y me interesaba saber de qué iba.
Ser feliz en Alaska nos dice que en sólo tres pasos re-programas la mente y te conviertes en una persona fuerte emocionalmente hablando. Aquí nos mete en una especie de meditación que empieza con eso de que debes mirar hacia tu interior. No puse en práctica el método porque seguro que me hundiría en una depresión. Yo no puedo mirar para mi interior. Dentro sólo hay tristezas y miedos. Hay que mirar hacia fuera para salir de los pozos.
No os recomiendo, pues, Ser feliz en Alaska de Rafael Santandreu. el método que te propone para sacarte de tus miedos sólo sirve para que encuentres más miedos. No mires a tu interior, como te dice el autor. Si lo haces, seguro que te hundes más. Este libro no vale para los pesimistas. Y para los optimistas tampoco porque te quita las alegrías con tanta meditación y chorradas de ese estilo. Rafael Santandreu está muy verde como autoayudador de la gente en crisis mental.
La portada del libro es llamativa. Tiene un elefante que choca con el título. En Alaska nunca hubo elefantes ni felices ni tristes.