El Parador de Tui, Pontevedra, es un pazo gallego reconvertido en Parador. Está construido en piedra de granito y la madera de castaño está muy presente en los interiores. Es un alojamiento agradable para apartarte del mundanal ruido.
Es tranquilo, tal vez demasiado. Yo estuve un fin de semana con mi marido y mis hijas. Era como estar en la Edad Media. La habitación era antigua, pero no de las más antiguas. Teníamos dos camas grandes pegadas, camas con cabeceros de forja, colchones duros, suelos de madera. Las cortinas eran un poco de baratillo. Casi lo prefería así. No me gustan los cortinones tristes. La habitación podía ser mejor. También podía ser peor. Las de la planta alta eran horribles. Tenían unas camas con cortinas, unas camas de dosel que parecían de un rey destronado.
Lo mejor son los jardines. Los tienen muy cuidados. También es bonito el entorno, unos paisajes montañosos y fluviales donde se respira de maravilla. Desde el jardín ves la Catedral de Tui y el río Miño.
Nos quedamos a comer en el restaurante del Parador. Nos pusieron unas lampreas muy ricas. Las angulas a la tudense me gustaron menos. Mis hijas devoraron el postre, eran unos pececitos de almendra de las monjas de clausura. Las monjas hacen unos dulces excelentes.
Os recomiendo el Parador de Tui. Tiene habitaciones mejores que otras. Las de las camas de dosel con techos de madera no os las recomiendo. Yo prefiero las que tienen camas con cabeceros de forja.
Mi marido decía que no era un sitio para niños. Yo no lo creo así. Mis hijas se lo pasaron pipa, mucho mejor que en los hoteles donde abundan las familias con niños. Eran las reinas del Parador. A mis hijas les gusta la tranquilidad, cosa que no tienes cuando hay un montón de críos que no se saben comportar a tu alrededor.