Teruel es una ciudad muy pequeña que se visita en una tarde (y sobra tiempo). Vista desde la carretera promete mucho más de lo que te encuentras después y es que parece como una postal, con las torres mudéjares e impresionantes edificios
Lo primero que hicimos fue acercamos a una oficina de información turística, pero salvo que nos dieron el plano, de poco nos sirvió. ¡Qué poco espíritu el que nos atendió!
El centro de Teruel es muy cómodo de visitar pues es casi todo peatonal. Hay un parking para dejar el coche o si no a las afueras, pero en 15 minutos estás en el centro.
Es una ciudad con los monumentos muy bien señalizados y todo cerca. Hay verdaderas joyas mudéjares con un estado de conservación tan bueno que parece más un decorado. Quizá eso le hace perder un poquito su encanto. Yo me esperaba algo un poquito más “ruinoso”, no tan “lustroso”.
Si os van los museos y monumentos en general podréis pasar unas horas entretenidos porque hay mucho visitable, pero todo es pagando y no poco. Me parecieron un poquito caras las entradas a la catedral y al Mausoleo de los Amantes, pero claro, yo creo que es de lo poco que hay en todo Teruel.
Realmente me pareció una ciudad aburrida y eso que a mi me gustan las “piedras”, pero creo que había poca diversidad. Al final te cansas de ver siempre el mismo tipo de edificio.
Por cierto, que aparte del centro también puedes visitar las murallas y un acueducto, pero después de haber visto las murallas de Avila y el Acueducto de Segovia eso no me sorprendió.
Creo que es una ciudad en la que falta mucha oferta de ocio, aunque si que vi zonas con bares y cafeterías, como la Plaza del Torico y el Paseo del Ovalo. También hay una calle peatonal con muchas tiendas que parecía tener toda la vida de Teruel en ella, pero me falta superficie. Como capital de provincia es demasiado pequeño, no da para una escapada de fin de semana, sólo para un día de pasada.