El Parador de Hondarribia está en un castillo del siglo X situado sobre el estuario del río Bidasoa. Fue construido el año 980 por el rey navarro Sancho Abarca. El edificio ha sido restaurado, pero conserva sus aires medievales.
No me gustó demasiado. Ver la piedra desnuda en todas las paredes del interior no me hizo sentirme cómoda. Las paredes de piedra desnuda en habitaciones y estancias comunes no me gustan. Tampoco me gustó el sitio donde está, apartado de todo. Te sientes fuera del mundo.
Estuvimos tres días con las niñas. Mi marido necesitaba tranquilidad para escribir y tuvo toda la tranquilidad del mundo mundial. El Parador estaba casi vacío y, los huéspedes que había, eran gente mayor.
Nos dieron una habitación amplia, con vistas sobre la costa francesa, suelos de tarima, un televisor de plasma enorme, el minibar bien surtido... Nuestra habitación era de las más modernas. Nos enseñaron otra que era un poema: parecía la habitación de un rey destronado con una cama de dosel y una especie de santo colgando de una esquina. Era horrible. La nuestra, en cambio, era mucho más moderna y normal.
Os recomiendo el Parador de Hondarribia, un parador ubicado en un edificio lleno de historia. Tiene un patio interior muy bonito. Fue lo que más me gustó.
El personal es muy amable. Están siempre pendientes de todos tus deseos y se toman mucha molestia a la hora de informarte sobre los sitios de más interés turístico de la localidad.
Mi marido visitó todos los salones. Yo tuve suficiente con el patio interior donde servían el desayuno, un desayuno muy completo y en el que no faltaban los zumos de naranja naturales. Se notaba que estabas en un parador cuatro estrellas.
Mis hijas se lo pasaron mejor que yo. Decían que estaban en un castillo de un Rey. Tienen mucha imaginación, aunque, en este caso, no hacía falta echarle mucha imaginación porque toda la decoración te llevaba a la época medieval.