Estuve con mi marido en el Parador de Vilalba buscando tranquilidad y la encontré. Es un Parador donde nunca hay ruido exceptuando el día en que te hacen una feria al lado y no te dejan sitio para aparcar el coche fuera. pero la feria no nos molestó, al contrario. Aprovechamos para comprar artesanía de la zona. A mi suegra le encantan todo tipo de cachivaches que hacen los lugareños de cualquier sitio para ganarse la vida.
Nos dieron unas habitaciones grandes, pero poco luminosas. Yo hubiera preferido una habitación no tan grande, pero con más luz. En cambio, a mi suegra le vino genial para lo del dolor de cabeza. Siempre pide un cuarto con cortinas que no dejen pasar la luz del sol. Por eso la habitación que le dieron en el Parador de Vilalba fue muy de su gusto. También lo fue la cama de dosel. Yo no puedo decir lo mismo. Las camas de dosel las odio.
El desayuno no me gustó. Era un buffet donde todo estaba contado. Salías con hambre. Yo no soy de mucho desayunar, pero me gusta ver el buffet bien surtido. Ver mucho que comer me quita el hambre. Tan escasos eran los desayunos que mi suegra y mi marido acababan de desayunar fuera del Parador, en una cafetería.
Otro problema que tuvimos fue el suelo del cuarto de baño. Era de mármol. A poco que lo mojaras podías hacer patinaje artístico descalza. Mi suegra casi se mata. Afortunadamente, todo quedó en un susto. Ella suele salir entera de sus caídas.
Os recomiendo el Parador de Vilalba para unas vacaciones alejadas del ruido. Es muy tranquilo. Si te coincide el día de feria, no importa. Un poco de jolgorio viene bien entre tanto silencio de un edificio con unos torreones que recordaban otros tiempos. El Parador está bien restaurado en su estilo un tanto antiguo.