Pedro Almodóvar nos mete en la tristeza más profunda en su película Julieta, un film que no llega en su mejor momento. El escándalo de los papeles de Panamá son más actualidad que la película del famoso director manchego.
La película está centrada en la vida de Julieta, una joven que conoce al amor de su vida en un tren en un viaje en el que hay un suicidio de un pasajero. Como era previsible, el futuro no estará lleno de alegrías para Julieta.
La alegría es que se casa con el amor de su vida y tienen una hija. La pena será perderlo en un naufragio un día de tormenta. La hija de ambos, Antía, no se lo tomará nada bien, pero no será hasta su mayoría de edad cuando decida desaparecer tras tres meses de campamento en un paraje perdido del Pirineo. La vida de Julieta da un vuelco; busca a su hija, no la encuentra, intenta volver a amar a otro hombre..., y parece que lo consigue hasta que encuentra a Beatriz, la mejor amiga de la adolescencia de su hija y le dice que ha visto a Antía.
La película es un canto a la tristeza. No la recomiendo para personas depresivas. Te deprime más. Sólo un final abierto a la esperanza te hace soñar con un abrazo entre una madre que perdona y una hija que está viviendo la pérdida de su hijo mayor. Es como si cerrara la historia con la misma tragedia que las privó en su día del marido y del padre.
El argumento es sencillo, casi previsible, pero el buen hacer de un director como el manchego le da un toque almodovariano que convierte una película del montón en un film que te toca el corazón y te pone las lágrimas en los ojos. Mucha tristeza. Mucha esperanza también en un final que me supo a poco. Yo hubiera preferido un final más cerrado.