Me habían hablado maravillas del Barrio Rojo de Amsterdam. Por eso me decepcionó cuando lo visitamos. Esperaba algo mejor.
Lo que más me llamó la atención era lo sucias que estaban sus calles. Mi marido decía que era porque había una masificación de turistas aquellos días. Yo creo que era porque los barrenderos no limpiaban todo lo que debían hacerlo. Parecía que no recogían la basura todos los días. También es cierto que la gente no es nada cuidadosa, sobre todo los que se emborrachan hasta las cejas y mean donde le vienen las ganas. Era un asco. Me alegré de no haber llevado a las niñas porque aquellas calles no eran sanas. Sólo olías meadas y suciedad de todo tipo.
Mi marido quiso quitar fotos de los canales que cruzan el barrio. Desistió al ver que no salía una foto bonita. Quitó algunas y se veían las botellas de plástico y no de plástico nadando en las aguas sucias. Quitar fotos de las calles tampoco era el caso. Si no se veía suciedad, se veía alguna señorita ofreciendo sus servicios.
Este es otro problema del Barrio Rojo de Amsterdam: la prostitución. Parece que todas las del oficio del país se juntan en el Barrio Rojo.
No os recomiendo el Barrio Rojo de Amsterdam ni para ir de vacaciones locas. Todo lo que tiene de loco lo tiene en plan cutre. Las prostitutas parecen señoras del oficio venidas a menos, ver a la gente drogándose da pena, las calles sucias te dan ganas de subirte a un coche y salir huyendo, la suciedad de los canales es para verla porque no te la crees hasta que la ves... Un desastre. No pienso volver.
Fuimos con mi hermana y mi cuñado. Ellos regresaron hace unos meses en una visita guiada. Es mejor ir en visita guiada porque, según me contó mi hermana, se afanan en enseñarte las esculturas y lo poco bonito que hay en el Barrio. A ellos los llevaron en bicicleta.