Estuve en el Chelsea Hotel de Nueva York con mi hermana. Es un hotel que no te deja indiferente. Nada más llegar ya quedas prendada de su fachada antigua. Fue construido el año 1884. Lamentablemente, sus interiores no están muy cuidados. Por ejemplo, el hall de la entrada parece un museo de arte moderno descuidado. Ganaría mucho si estuviera por lo menos bien pintado.
Peor fue nuestra habitación. Nos dieron una habitación inmensa, pero la cama era dura como una piedra. Las dos camas eran durísimas. La mía todavía más dura que la de mi hermana. Acabamos durmiendo las dos en la misma cama porque yo no podía con mi dolor de espalda. Los colchones duros son horribles para mi espalda. Por mucho que te recomienden un colchón duro, a mí me van mucho mejor los colchones blanditos.
Encima la limpieza brillaba por su ausencia. Tuvimos que limpiar nosotras la habitación y el cuarto de baño. Nos quejamos en recepción de la limpieza, pero no nos hicieron caso. Mi hermana decía que no entendían nuestro inglés. Lo que no entendían era que hay que darle a los clientes las habitaciones limpias.
Mi hermana fue la más decepcionada. Esperaba que la recibieran como a una princesa europea a las puertas del hotel. Nada de eso hicieron. Si nos descuidamos, no nos dan ni los buenos días. La amabilidad no era una cualidad de los empleados del Chelsea Hotel de Nueva York.
Pese a todo os recomiendo este hotel. En el Chelsea Hotel se alojan muchos artistas venidos a menos. Es interesante conocerlos. Mi hermana hizo un montón de amigos en este hotel. Ella también es una artista. Mi hermana pinta como los ángeles. Por eso en el Chelsea Hotel se encontró en su salsa.
En todo caso, hay que pensarlo,y no sólo por la falta de limpieza y otras incomodidades sino también por el precio. Es un hotel caro.