Esta primera entrega de Janitor hay que reconocer que deja un poco de sabor agridulce, ya que tiene bazas a favor muy importantes, pero también bastantes puntos en contra.
En cuanto a los aspectos favorables, hay que destacar el magnífico trabajo de François Boucq, que nos ofrece una exhibición de saber hacer en el apartado gráfico totalmente espectacular, algo que era lo esperable dado que estamos hablando de uno de los grandes del Noveno Arte. La narrativa visual es totalmente fluída y atrapante, la ambientación grandiosa, y cada viñeta es una delicia con unos ángulos y enfoques geniales además de un estilo detallado que hacen que sea una maravilla apsar la vista sobre las mismas. Esto hace que todo lo que nos cuenta la historia se intensifique sobre todo en lo que respecta a la credibilidad y la relevancia de los hechos que se relatan.
Además tenemos el trabajo de Yves Sente al frente de los diálogos y textos, logrando un resultado excepcional con palabras genialmente medidas y un estilo y una progresión de la historia dignas de grandes novelas del género de los servicios secretos vaticanos.
Lo más negativo es fundamentalmente el que tras leer esta primera parte de Janitor tenemos la sensación de que estamos igual que al comienzo, ya que no se proporciona la respuesta a ninguna de las dudas y misterios que nos plantea la historia, la cual hay que reconocer que puede ser algo compleja.
Lo que está claro es que habrá que esperar a la siguiente entrega para valorar mejor esta obra.
Saludos.