Este edificio fue una sorpresa para mí. Eso es lo que tiene el ir de viaje improvisado, te dicen en el trabajo de un día para otro que te vas a Barcelona y sólo tienes tiempo de hacer la maleta y poco mas, así que te plantas en la ciudad y el poco tiempo que te queda libre después de los cursos lo dedicas a ir a los puntos emblemáticos de la ciudad, como es la Sagrada Familia y, estando allí, al final de una calle ves un edificio que llama tu atención y es que el Hospital de Sant Pau no te dejará indiferente.
La fachada del edificio me dejó impactada y es que es impresionante, tanto por su tamaño como por su diseño. Es una obra de Gaudí y eso se nota en su torre central, terminada en punta y adornada con un reloj que descansa sobre un montón de pequeños arcos. Soy muy mala describiendo, pero es que es mejor que veáis las fotos porque es imposible hacerse una idea de la magnífica y llamativa fachada, en ladrillo rojo que tiene este hospital. Desde luego, nadie diría que es un hospital. Casi merece la pena ponerse enfermo para poder contemplar el edificio. Por suerte se puede visitar sin ser paciente, al menos por fuera.
Hay varios pabellones, todos con el mismo estilo arquitectónico, rodeados de pequeños jardines y con algún otro sitio en el que sentarse (pocos para mi gusto, pero hay que tener en cuenta que no es un parque)
El lugar es muy tranquilo, yo creo que no funciona en toda su capacidad porque apenas me crucé con nadie, y si fuera un hospital al uso eso sería imposible. Quizá realmente sólo lleve el nombre de hospital y no lo sea. No lo puedo decir porque mi visita fue relámpago, entrar, hacer fotos y salir para seguir viendo la ciudad, pero aún así, es algo que recomiendo totalmente, sobre todo considerando que es gratis. Además, no os desviaréis mucho ya que está a una calle de la Sagrada Familia.
Es muy accesible en transporte público desde cualquier punto de la ciudad ya que hay paradas de autobús y metro bastante cerca.