En Varadero no puedes alojarte en casas particulares, cosa que sí puedes hacer en otras localidades cubanas. Sólo puedes alojarte en hoteles. Yo lo prefiero. Nunca me encontré cómoda en una casa particular, pero mi marido decía que prefería el alojamiento casero para así ayudar a los cubanos que se ganan la vida alquilando habitaciones a turistas.
En Varadero los hoteles de cuatro y cinco estrellas están a la altura e cualquier hotel español de la misma categoría. También hay hoteles malos, pero son los menos.
Nosotros nos alojamos en el Hotel Meliá Las Antillas. Pudimos disfrutar de buena comida, habitaciones limpias, playa estupenda, jardines muy cuidados.
Las playas son preciosas. Yo fui mucho a la Playa Santa Lucía. Pero todas son playas de arena muy limpia y agua cristalina.
En Varadero hay mucho turista. Con sólo deciros que es una población de unos 7000 habitantes y que cada año recibe hasta 500.000 turistas ya os podéis hacer una idea de lo turística que es.
En las playas de Varadero te ofrecen de todo, desde cigarrillos hasta sombreros para ponerte a salvo del sol. También muchas camisetas con la imagen del Ché. Yo me vine con un surtido de cosas tremendo. Mi marido me decía que había que ayudar a aquella gente y a mí se me iba la cabeza y compraba cosas que ni necesitaba.
Hicimos alguna excursión por los alrededores en autobús. Allí los billetes de autobús son muy baratos, pero no te prestan un servicio serio. El autobús venía cuando le daba la gana. No saben lo que son los horarios. Tampoco saben lo que es tener unas paradas fijas; te dejan donde les pides. Pero yo prefería los autobuses a los taxis, donde había que negociar el precio y los regateos no van conmigo.
Los restaurantes más baratos no son nada recomendables. Tenían un ambiente que metía miedo. Mi marido me convenció para ir a un restaurante privado que estaba en un primer piso. Llegabas, llamabas y te recibían como si fueras a una fiesta privada. La sorpresa fue que los turistas pagábamos el doble del precio. Una cosa es ayudar al país digo yo, y otra ser tontos. En todo caso, no nos salió muy cara la comida. Por unos 15 dólares nos dimos un festín.
Me encantó la piña. Nunca la había comido tan sabrosa. En Cuba en general y en Varadero en particular comes piña de verdad, piña que huele a piña. Comimos en el hotel un flan de fruta que te metía la alegría en el cuerpo. ¡Qué cosa más rica!
En el Delfinario de Varadero podías nadar con los delfines. Yo no me atreví. Sólo les saqué fotos.
Varadero es una estrecha península que se encuentra al norte de Cuba. A unos 150 kilómetros queda La Habana. Es un paraíso para los turistas.
¿Qué decir del barco con el fondo de cristal desde donde podías ver los pececillos? Quedé encantada. El barco salía de Punta Blanca
En el Anfiteatro se celebraba de noche el Cabaret de Varadero, un espectáculo lleno de colorido.
También fuimos a ver las pinturas rupestres en la Cueva de Ambrosio que descubrieron el año 1961.
Lo que no hicimos fue el vuelo turístico en helicóptero. Yo no me atreví y mi marido lo dejó porque no le parecía el helicóptero muy seguro. También había vuelos en avionetas, pero eran más caros.