El hotel Silken Gran Teatro es un cuatro estrellas en el que me sentí como una reina. Me gustan los hoteles cuidados, como es el caso. Cuando yo estuve, el hotel había sido recientemente reformado. Todavía olías la pintura recién pintada en algunos pasillos. Pero estaba todo muy limpio. Se notaba que el personal de limpieza se ganaba el sueldo.
Es un hotel de tamaño normal. No llega a las 120 habitaciones. Me pareció bastante tranquilo para alojarte cuando estás por motivos de trabajo en la ciudad. Además su ubicación céntrica te ahorra mucho dinero en taxis. Puedes ir hasta la catedral andando y también desplazarte dando un paseo hasta otros puntos turísticos de Burgos.
No tuve problemas de espacio. Mi habitación era amplia. Estaba sola. No suelo tener tanta suerte con la amplitud de las habitaciones cuando me llevo la familia de hoteles. Por gustarme hasta me gustaba la decoración. Muy moderna, sin excesos de elementos decorativos. Me recordaba un poco la decoración de mi casa. Los pasillos estaban decorados con sillones y pequeñas mesas. Era como si estuvieras en tu casa.
El personal del hotel es eficiente y amable. Te dan una información muy completa nada más llegar al hotel. No necesitas volver a hacer preguntas porque ya te han indicado los horarios de museos y demás sitios dignos de visitar, los horarios de desayuno comidas y cenas y también algún sitio donde se come de cine, fuera de las instalaciones del hotel.
En mi habitación tuve internet gratis total. Era una conexión bastante buena. Había un minibar bien surtido y una tele de plasma.
Tanto la habitación como el cuarto de baño estaban como patenas de limpios. Podías comer en aquellos suelos. Fueron, también, muy generosos con el kit de aseo. Por una vez no tuve que llamar pidiendo más gel.
Dormí como en mi casa. La cama era de matrimonio de verdad. El colchón era ni muy duro ni muy blando. Estaba bien. Igual de bien que los bombones que me dejaron sobre una mesa como bienvenida.
La calefacción funcionaba correctamente. Menos mal. Fuera hacía un frío que te morías. Entre que era invierno y que había un río próximo al hotel, era horrible el frío en el exterior.