No me gustan nada los ventiladores de techo y mucho menos para las habitaciones. No duermo tranquila con el ventilador dando vueltas, o sin darlas, sobre mi cabeza. Ni que decir que no estuve muy tranquila en el Playaverde Hotel alojándome en una habitación que tenía este tipo de ventilación que detesto. Pedí cambio de habitación, pero me dijeron que todas las habitaciones eran iguales. Así que opté por mover las camas y dejar el ventilador sobre el hueco. Si caía, no nos mataría.
Además de las dos camas, teníamos en nuestra habitación un minibar, un televisor con canales para aburrir, sofá-cama,... Por utilizar la caja de seguridad tuvimos que pagar.
Si a esto le sumas lo que tuvimos que pagar por la animación más alguna actividad deportivo que hicimos, nos dejamos una pasta. Ah.. también me cobraron la conexión a Internet. Podías conectarte gratis en la entrada si tenías portátil, pero yo prefiero conectarme en la habitación.
Mi hija se lo pasaba pipa en la piscina de toboganes para mi horror. No la veía nada segura, tan chiquita y en medio de tanto crío.
Menos mal que en el hotel había un jacuzzi en el que pude relajarme cuando mi hija prefería a los animadores del hotel y se cansaba de la piscina.
También estuve en la zona nudista. Mi marido no quería, pero yo soy algo salvaje en esas cosas. Apenas me puedo quitar la ropa, me despeloto sin ningún complejo. La parte nudista del hotel no se podía comparar con el resto de instalaciones. Yo esperaba otra cosa, no aquella terraza con tumbonas duras.
Comimos en el buffet del hotel. Comida variada y preparada en directo. Los platos eran muy variado, tanto en carne como en pescado, pastas, arroces, ensaladas,...