En uno de los ensayos incluidos en el volumen La Tragedia de la Luna (publicado originalmente en 1973), Isaac Asimov, el insigne divulgador de origen ruso, expresaba su opinión acerca del destino de la palabra escrita en una sociedad que, ya entonces, experimentaba grandes avances en el campo de las comunicaciones y el entretenimiento.
Según su opinión, a pesar del desarrollo de tecnologías basadas en la imagen con gran potencial para enseñar o entretener (como la televisión o las cintas de vídeo) que, naturalmente, exigen un esfuerzo muchísimo menor por parte del receptor de ese conocimiento en comparación con el acto de leer, el libro jamás se vería sustituido por ningún otro ingenio, al tratarse de un invento definitivo.
No obstante, lejos de mostrarse dogmático respecto a la forma que tendrían los libros en años venideros, Asimov hacía una profecía que, a día de hoy, se ha cumplido de manera bastante exacta: “Admito que el libro puede sufrir alteraciones en algunos aspectos secundarios. Hubo una época en la que se escribía a mano; ahora se imprime. La tecnología de la publicación de libros impresos ha progresado de mil maneras, y es posible que en el futuro los libros puedan visualizarse electrónicamente en la pantalla de televisión de nuestras casas”.
De acuerdo, tal vez el hombre fuera demasiado optimista en relación a la voluntad de los empresarios audiovisuales para desarrollar las posibilidades culturales de la caja tonta, pero un viaje corto en cualquier medio de transporte público servirá para convenceros (si no lo estáis ya) de que los dispositivos electrónicos de lectura están ganando cada vez más popularidad.
Una persona muy cercana me regaló hace poco uno de estos cachivaches, un Bulltech Szenio 1700, y lo cierto es que, hasta ahora, estoy muy contento con él. Se trata de un e-reader de unos 22,5 centímetros de largo, 13 de ancho y 1,3 de grosor, con un peso aproximado de 300 gramos, según mi propia estimación. En otras palabras, posee más o menos las mismas dimensiones que un libro de bolsillo, sólo que es cuatro o cinco centímetros más largo y, claro está, mucho menos grueso. Si la pantalla TFT de 7 pulgadas a color (con una resolución de 800x480) que tiene fuera táctil, los fabricantes podrían haber hecho que sus medidas fueran exactamente las mismas que las de un libro, puesto que los últimos cinco o seis centímetros de largo, justo por debajo de la pantalla, están ocupados por un teclado qwerty con teclas lo suficientemente alejadas entre sí como para que su utilización resulte de lo más cómoda.
En la esquina inferior derecha, justo al lado del teclado, nos encontramos con un control estilo joystick que facilitará sobremanera la tarea de desplazarse por los menús del aparato.
Además de este teclado inferior tendremos dos teclas rectangulares a ambos lados de la pantalla, destinadas a un manejo más ergonómico del e-reader cuando nos encontremos leyendo en horizontal o vertical. Las teclas del lado izquierdo poseen una doble función. La primera de ellas (la tecla superior) servirá tanto para ir a la página anterior como para aumentar el volumen, mientras que la segunda (la tecla inferior) nos permite avanzar de página y también bajar el volumen. Las teclas del lado derecho son teclas de función única. La primera constituye un atajo hacia el menú principal, mientras que la segunda nos facilita, de nuevo, ir a la página siguiente.
En la parte trasera del dispositivo tendremos un pequeñísimo botón reset que, con ayuda de un palillo, solucionará cualquier inconveniente derivado de un cuelgue del sistema operativo.
En la parte inferior, ocupando en buena parte los 1,3 centímetros de grosor, hallamos varias conexiones. A la izquierda del todo tenemos la entrada de alimentación de corriente. Este e-reader viene provisto de una batería de litio con una autonomía de 6 horas, con la ventaja de que, si por cualquier circunstancia, estamos una semana sin utilizar el aparato, al volver a encenderlo no nos encontraremos con que el nivel de batería ha menguado, a diferencia, por ejemplo, del puñetero MP3 que tengo por casa. Eso sí, para una duración óptima de la vida útil de la pila, se recomienda dejar que se agote del todo la energía y recargarlo siempre durante un mínimo de 4 horas seguidas.
Al lado de la salida DC nos encontraremos con un puerto USB 2.0. Tanto al cargador de corriente como el cable USB vienen incluidos con el aparato y, por mucho que este e-reader presuma de tener un sistema operativo Linux, la conectividad con cualquier PC no difiere para nada de la que podemos conseguir con cualquier dispositivo de memoria USB. Plug and play, señoras y señores. Eso sí, la velocidad de transferencia deja un poco que desear, pero no me parece un detalle muy a tener en cuenta.
Justo a la derecha del puerto USB, nos tropezamos con la salida para los auriculares. Se trata de una clavija microjack estándar de 3,5 mm, muy útil para escuchar archivos de audio o vídeo sin molestar a la gente que nos rodee. Y poco más que añadir.
Al lado de la salida para auriculares hallamos la ranura para las tarjetas de memoria externas. Este modelo de e-reader admite tarjetas SD y MMC de hasta 8 Gb de capacidad, aunque, a mi modo de ver, no es necesario utilizar ninguna de ellas, puesto que el aparato posee una memoria interna de 2 Gb. Tamaño que se me antoja de lo más razonable incluso si deseamos meterle alguna película de vez en cuando.
Para terminar con esta serie de botones exteriores y conectores, a la derecha del todo tenemos el botón de encendido y apagado.
El menú principal consta de 11 submenús, algunos de los cuales se dividirán a su vez en otros menús. Pero antes de que os entre hambre diré que el manejo de este cacharro se hace muy, muy sencillo.
El primero de los menús viene etiquetado como “Continuar Leyendo”. Como su nombre indica, sirve para situarnos en la última página que mostró la pantalla la última vez que encendimos el aparato. Sin duda, se trata de la opción que más utilizaremos en el transcurso de la lectura y funciona tan bien que ya podemos olvidarnos de crear marcadores de página (a pesar de que también podemos hacerlo si lo deseamos) para no perdernos.
El segundo menú reza “Favoritos” y, como ya habréis adivinado si sois de los que usáis un PC con un mínimo de conocimiento (de lo contrario dudo que estuviérais leyendo esto), posibilita un acceso más directo a los libros que nos apetezca leer en un periodo de tiempo determinado en el caso de que, por ejemplo, tengamos un montón de libros guardados en el aparato.
El tercer menú aparece como “Biblioteca”, aunque, en mi opinión, una denominación más acertada podría ser la de “Centro multimedia”, ya que desde los submenús que aparecerán al pulsar (con la tecla intro del teclado o presionando hacia abajo el joystick) sobre él podremos acceder no solamente a los libros que tengamos guardados sino también a los archivos de audio, vídeo e imagen. Ya os hablaré de los formatos de e-book, audio y vídeo que admite este cacharro, pero de momento quedaos con que, en cuestión de imagen, podréis reproducir .jpeg, .png, .gif y .bmp. Siempre y cuando, eso sí, no sean archivos demasiado grandes, ya que este e-reader no anda sobrado de memoria SDRM.
El siguiente menú se denomina “Ajustes”. Desde aquí podremos volver a los valores de fábrica del aparato, formatearlo, modificar el idioma (inglés, español, chino) del display, el brillo, la fecha, la hora e incluso consultar el manual de instrucciones. Y es que además venir impreso en un folleto dentro de la caja, está disponible también en formato .pdf.
Debajo encontraremos el menú “Wifi”. Bastará que hagamos click para que el e-reader rastree en busca de redes. Tras haber seleccionado la red a la que pretendemos acceder, un segundo click nos conectará directamente (si se trata de una red desprotegida) o nos abrirá una ventana en la que deberemos ingresar la contraseña correspondiente.
El siguiente menú aparece etiquetado como “Navegador”. Una vez que nos hayamos conectado a una red wifi, lanzamos el navegador y ya podremos consultar páginas web. En honor a la verdad, ni la velocidad de la CPU (400 Mhz) ni la cantidad de memoria SDRM (64 Mb) hace de este aparato un proyectil supersónico sobre el que surcar la red de redes. Pero con un poco de paciencia y una red buena (que no sea de telefónica, vamos) a nuestro alcance sí que nos da para leer el periódico y hacer alguna búsqueda en google. En mi facultad va razonablemente bien.
El siguiente menú se denomina “Registro DRM” y nos servirá para hacer comprar legales de e-books en Internet. Como comprenderéis, es algo que no he usado y, por tanto, no puedo hablaros de ello.
El octavo menú recibe el nombre de “Música”. Pinchando en él aparece un sencillo reproductor desde el que podremos hacer lo básico: play/pause, pista siguiente, pista anterior. Con esto es más que suficiente. Si vuestro MP3 es tan rebelde como el mío (que no admite carga mediante la red eléctrica), este e-reader puede ser una buena alternativa a la hora de escuchar podcasts, música o lo que sea, ya que reproduce archivos .mp3 y .wma.
El antepenúltimo menú viene etiquetado como “Vídeo”. Además de música, también podréis reproducir archivos .mp4 y .xvid. Quizá os sirva para algún formato más, puesto que en las instrucciones se afirma que el aparato admite .avi. En cuanto a la calidad de reproducción, decir que es magnífica, aunque de vez en cuando se produce algún corte que no alcanza el medio segundo de duración. Lo único malo es que no contamos con la opción de desplazarnos por el vídeo para situarnos en un minuto cualquiera, sino solamente con la opción de pausar la reproducción. Así que si queréis ver algo medianamente largo, tendrá que ser de un tirón. Sin embargo, la batería no será un problema, porque aunque se nota que cuando vemos un vídeo el consumo es algo mayor, con la pila totalmente cargada, podremos ver con tranquilidad una película de 100 ó 120 minutos.
El penúltimo menú se llama “Bloc de notas”. Pulsando sobre él, y con la ayuda del teclado qwerty, podremos crear desde breves anotaciones hasta textos más largos en formato .txt. Claro que, para exportar estos textos a nuestro PC no bastará con conectar el e-reader por USB, sino que será necesario utilizar una tarjeta de memoria externa. Así que el asunto de utilizar este invento para escribir largas divagaciones resulta algo farragoso. No obstante, esta función resulta útil si queremos hacer anotaciones mientras estamos leyendo un libro de cara a, por ejemplo, escribir alguna opinión rigurosa acerca de él. Todo lo que escribamos se guardará automáticamente para futuras consultas.
Finalmente, el undécimo menú es el de “Apagado”, pudiendo elegir entre esta forma de apagar nuestro e-reader o presionar de nuevo el botón de encendido de la parte inferior.
Una vez descrito el cacharro y un buen número de especificaciones técnicas, solamente me resta hablar de los formatos de texto que puede reproducir, así como de alguna consideración práctica. Si bien este Bulltech Szenio 1700 es capaz de mostrar archivos en formato .txt, .pdf, .html, .chm, .rtf, .fb2, .epub, .doc, .tcr o .mobi, os aconsejo vivamente que optéis siempre por este último. Existen programas muy fáciles de manejar que permiten convertir cualquier .pdf en .mobi (como el calibre e-book management). Y, de este modo, no sólo podréis leer vuestros libros con más comodidad en cualquier situación gracias al sistema de rotación automática del e-reader (que sólo funciona para archivos .mobi), sino que también podréis modificar el tipo (Courier, DejaVu Sans, DejaVu Serif, Helvetica, Microsoft YaHei) y tamaño de fuente (desde los 6 hasta los 48 puntos), los márgenes y la alineación. Además, si domináis el inglés, podréis activar la función text-to-speech y convertir cualquier texto en un audiolibro. Aunque esta última función sirve para todos los formatos de archivo.
La manera de acceder a estas especificaciones suplementarias es tan sencilla como el resto del manejo. Solamente hay que pulsar el botón menú del teclado teniendo un libro abierto.
Además del cargador eléctrico y el cable USB, este dispositivo viene acompañado de una funda de pseudopiel que no sólo contribuirá a mantener limpia la pantalla y a proteger el aparato de golpes accidentales, sino que también protegerá el teclado qwerty del riesgo de ejercer una presión exagerada gracias a una lámina de plástico.
Entre los puntos negativos de este producto, conviene destacar que el Bulltech Szenio 1700 no cuenta con tecnología e-ink. Sin embargo, situando el brillo de la pantalla en el nivel del 40% notaréis que, al cabo de dos o tres horas de lectura, vuestros ojos están en un estado mucho mejor del que estarían si hubieseis estado mirando un monitor de ordenador o la pantalla de vuestro móvil.
Resumiendo, estoy firmemente convencido de que las prestaciones de este e-reader superan por mucho a sus inconvenientes. Por el módico precio de 135 euros obtendréis un aparato muy fácil de manejar y con buena autonomía que os servirá para leer, escuchar música, ver vídeos, abrir imágenes, escribir textos y conectaros a Internet. Tan sólo se echa de menos algo más de velocidad de procesamiento y transferencia, una voz electrónica en castellano, un trato igualitario para todos los formatos de libro, una pantalla aún más amigable para nuestros castigados ojos y, quizá, pantalla táctil. No es que este último requisito sea algo indispensable, ni mucho menos, pero si queréis fardar de que manejáis vuestro e-reader toqueteando la pantalla, no tendréis más remedio que buscar otro producto.