El colorete Clinique Quick Blush es de los que se aplican con brocha. No es un colorete muy barato. Su precio puede variar hasta diez euros de perfumería a perfumería. Yo la vez que lo compré más barato me costó 21 euros, pero tengo pagado más de 30 euros por el mismo producto.
Se comercializa en tubos de color plateado, con la marca en un lateral. La tapa que los cierra tiene el color del colorete.
Hay hasta cuatro tonalidades diferentes, lo cual no es mucha variedad. Yo he probado las cuatro y no he encontrado casi diferencias una vez que las apliqué. No sé si es que en mi piel todos los colores se vuelven iguales o es que la diferencia no está realmente conseguida.
Lo mejor que puedo decir de este colorete es que no necesitas mucha cantidad para que realmente se note. Tampoco puedes derrochar porque cada envase sólo trae 5 gramos de producto.
A mí me cunde bastante pese a que me pongo colorete a diario. Este colorete al ser de tonos pasteles, muy discretos, le puedes dar un uso diario. Para ir de fiesta me decanto por tonalidades más fuertes. Con el Clinique Quick Blush sólo consigues un aspecto naturalmente saludable.
La aplicación resulta sencilla. Abres el tubo, desenroscas un poquito la brocha y ya puedes darte los brochazos que quieras. Una vez acabado vuelves a girar la tapa para guardar la brocha y poder cerrar el envase. Así de fácil es aplicarlo.
Me gusta la brocha. La noto muy fina y suave cuando me aplico los polvos. Es una brocha redonda, pequeña, pero fácil de usar. No se le pega nada el colorete; por eso nunca la he lavado.
No es un colorete que aguante todo el día. Debes retocarte varias veces para mantener el ligero rubor que te proporciona.