El Bovril es una especie de pasta de restos de carne de buey que se comercializa en botes de cristal de 125 gramos que cuestan 1,55 euros. Es un producto similar a las pastillas de avecrem, pero en pasta. Tú misma vas sacándolo del bote que cierra con una tapa de color rojo a cucharadas, según precises más o menos potenciador de sabor para determinadas comidas.
La primera vez que lo use no me convencía mucho. Fue abrir el tarro y pensármelo dos veces. ¿Habría comprado el producto adecuado? Yo lo compré porque lo vi en una estantería del supermercado y me dije: voy a probarlo. Pero aquella pasta de color marrón oscuro tiraba para atrás. Encima su olor no es precisamente agradable. Es un olor fuerte, intenso, que se te expande por toda la cocina.
Lleva carne de buey concentrada, extracto de levadura, colorante, sal y potenciador de sabor.
El resultado que obtienes en tus comidas es muy bueno. Por eso sigo comprándolo. Lo uso sobre todo para hacerles a los míos más comestibles las patatas cocidas. No es bueno que coman tanta patata frita como quieren comer, sobre todo la niña. Un guiso con bovril me lo devora.
No hace falta echar mucha cantidad. Con una cucharada tienes de sobra para una pota de guiso. Debes tener en cuenta que si te pasas corres el riesgo de que el guiso te salga color carbonilla.
El bote, bien cerrado, se conserva muy bien en la nevera. Lo puedes guardar durante meses.