La primera vez que fuimos a las fiestas de Teruel quedé impresionada por las maravillosas fiestas medievales. Son sencillamente únicas.
Cuando fuimos nosotros coincidían con el día de San Valentín. No pudieron elegir mejor fecha para celebrar sus festejos: el día de los enamorados en la ciudad de los Amantes de Teruel.
En el centro de la ciudad tienes la sensación de estar en la mismísima Edad Media. Ayuda mucho el estilo mudejar de sus edificios en la ambientación.
Nosotros estuvimos con unos amigos en una de las jaimas que se montan. Había comida y bebida abundantes, buenas hogueras, un monretes por toda la ciudad. Iba tanta gente disfrazada de oficios medievales que yo y mi marido acabamos animándonos también. Servidora se puso un disfraz de posadera y mi santo esposo se vistió de fraile. Lo pasamos pipa.
Las obras teatrales a las que podías asistir el fin de semana que estuvimos nosotros eran gratis. Todas versaban sobre los famosos Amantes de Teruel.
Compré algunas artesanías para llevar de recuerdo. No eran nada baratas. Me dejé una pasta comprando cositas para mi suegra y para mi madre. Las dos se mueren por la artesanías. Tienen de todos los sitios, muchas cositas que les regalo yo cuando regreso de mis vacaciones y viajes.
A mí lo que más me gusta de estas fiestas medievales de Teruel son los puestos callejeros. Soy una compradora compulsiva, lo reconozco. Como decía mi marido, si en vez de estar dos días estoy toda la semana regreso a casa sin dinero. Me pierdo comprando en los mercadillos.