El Bellavista Sevilla está a diez minutos en coche del centro de Sevilla. Nosotros nos alojamos en este hotel pro sus precios arreglados. Era un fin de semana que íbamos con las niñas y no queríamos gastar mucho. No nos importó que no fuera un hotel céntrico porque llevábamos nuestro coche.
No es un hotel lujoso y tiene una decoración un tanto rara. A nosotros nos dieron una habitación con dos paredes pintadas en azul chillón y otras dos paredes en color crema. Las paredes azules hacían juego con la colcha de la cama también azul y con las cortinas que parecían sacadas de la misma tela de la colcha. Sobre el cabecero de madera de la gran cama de matrimonio había un cuadro con dos angelitos niños abrazándose que invitaba a rezar. Si llego a estar una semana más en aquella habitación dejo mi ateísmo por la vuelta a la religión católica.
La piscina del hotel no es gran cosa. La tienen en una especie de patio interior y la rodean con unas tumbonas que enseguida se llenan.
Menos me gustó el cuarto de baño de nuestra habitación. Era grande y los sanitarios no se veían muy usados, pero nos dejaron una cortina en la bañera que tuve que quitarla. Me daba asquito. Encima la bañera no era nada cómoda porque habían puesto justo en su pared la estantería de las toallas. A mi marido le cayeron casi todas las toallas en el agua y tuvimos que pedir toallas secas. Un desastre.
El personal es muy amable. Lo tienen todo muy limpio y son muy detallistas. Por ejemplo, te dejan flores frescas hasta en el cuarto de baño. Tuve que decirles que nosotros no queríamos flores. Las flores quitan la alegría. Es lo que dice mi madre. A mí siempre me dieron pena cuando las veo metidas en jarrones.
Os recomiendo el Bellavista Sevilla, un hotel discreto que está bastante bien cuando no quieres gastar mucho en una estancia en la capital andaluza. El desayuno es abundante y te lo dejan llevar. Mi marido se subía una cantidad tremenda de bollos de bollería industrial para ahorrarse alguna comida. Cuando se pone en plan tacaño, es peor que mi suegra.