El Hotel Anacapri está en el centro de Granada, en concreto en la calle Joaquín Costa. Está ubicado en una casa que data del siglo XVIII, perfectamente restaurada.
Yo me sentí como si me hubiera alojado en la casa de una marquesa venida a más. La decoración es muy clásica: camas grandes, habitaciones luminosas, tonos cremas y amarillos en paredes y ropa de cama...
Me gustó nuestra habitación por lo espaciosa que era, pero la hubiera preferido más moderna. Tenía en la pared una especie de radiador alto que quedaba como un pegote. El cuadro que había sobre el cabecero de la cama estaba como doblemente enmarcado. Tampoco me gustó. Lo que sí me gustaron fueron los suelos de tarima, lo limpio que estaba todo y el ordenador que nos dejaron para la conexión wi fi.
El cuarto de baño no era grande. Tampoco era moderno aunque sus sanitarios se veían nuevos. Había una bañera igualita a la que tiene una tía mía en su casa. Las toallas estaban limpias y las cambiaban a diario.
Pero lo mejor de este Hotel Anacapri son las estancias comunes. Por ejemplo, el patio interior que tiene con sus sillones de mimbre es muy acogedor. Menos me gustó la sala de reuniones. No pegaba con la antigüedad de la casa. Era como una oficina metida en un hotel antiguo.
Os lo recomiendo. El personal es muy amable y profesional. Lo tienen todo muy bien limpio. La sala de lectura, por ejemplo, estaba limpia como los chorros del oro. Mis hijas miraban atónitas los artesonados de madera del techo y mi marido decía que tenían arañas. Nada de eso. Tanto los artesonados de madera de la sala de lectura como de la cafetería estaban bien limpios.
Pasamos unos días fantásticos en este hotel. Pudimos ir andando hasta la Alhambra por la calle peatonal que pasa por allí.