El Hotel Orfila en Madrid es un hotel elegante, pero un poco caro. Aún así merece la pena. Te tratan como a una reina. Yo estuve en este hotel un par de veces. La primera fue en su restaurante con mi tía Carmen. La segunda vez fui su huésped durante casi una semana.
Me alojé sola. Por eso me llamó la atención que se esmeraran tanto con el detalle de bienvenida: una cesta de frutas con una botella de buen vino. Las frutas las devoré. La botella de vino la guardé para llevársela a mi marido. Yo soy bastante abstemia.
El hotel está decorado de manera elegante, pero sencilla. Tiene habitaciones que defraudan un poco. Las esperas más lujosas. Por ejemplo, la que me dieron a mí. Tenía una cama con una colcha tipo edredón de flores que era más de una cama de una adolescente que de lo que se suponía que era una cama de matrimonio. Las paredes estaban desnudas de cuadros, la mesilla era sencilla y el armario se me quedó corto. Suelo viajar con varias maletas. En el armario sólo me cupo el contenido de una de ellas.
Las estancias comunes conservan un estilo palaciego que seguro que tuvo el edificio en otros tiempos. El edificio de este hotel tiene una fachada antigua muy bonita.
Lo mejor del Hotel Orfila es su restaurante. Se come muy bien y tienen una carta de vinos excelente. Os recomiendo sobre todo sus tés. Los preparan deliciosos y los acompañan de unas pastas que te hacen la boca agua. Sus pasteles son riquísimos.
El hotel está bien, pero tienen unas estancias mejores que otras. El pequeño patio interior que tienen ajardinado y con sillas y mesas para tomar algo se ve algo descuidado. Deberían ponerlo más bonitos. Se está bien en sus mesas cuando hace calor, pero parece el patio de la casa de una jubilada sin mucho dinero.