El Parador de Úbeda está en la plaza de Vázquez Molina de la citada localidad de la provincia de Jaén. Es un parador que está en un palacio del siglo XVI, de corte aristocrático, pero sencillo.
Lo que más me gustó del edificio fue el patio interior. Es precioso. Tiene una doble galería con la parte superior acristalada. Me relajó mucho pasear por este patio.
Menos me relajó nuestra habitación. Nos dieron una habitación que tenía una de esas camas con dosel que detesto. Ni quitando las cortinas me sentí cómoda. Fue una pena que las habitaciones que tenían camas normales estuvieran ocupadas. Me hubiera quedado un par de días más si me hubieran dado una habitación con una cama sin dosel.
Mi marido decía que se sentía un marqués. No era para menos. La habitación parecía la de Luis XIV. Tenía un estilo palaciego ideal. Fue una pena que la cama no fuera de mi gusto. Eran una habitación tan de palacio que el gran televisor de plasma que nos dejaron sobre un escritorio de otra época quedaba como un pegote.
Menos me gustó el cuarto de baño. Parecía de una pensión del siglo XVI. Tenía dos espejos enmarcados en lo que parecía un marco de un cuadro de baratillo antiguo. Los sanitarios eran de estilo antiguo, pero se veían limpios y poco usados.
Del personal no tengo queja. Eran muy amables. Por el personal me hubiera quedado toda la vida en el Parador de Úbeda. Me parecieron muy profesionales.
Os recomiendo el Parador de Úbeda. Es como estar en un palacio de otra época tal cual. Te sientes como una Reina. También se come muy bien. Nos sirvieron unos pimientos rellenos de perdiz que estaban muy buenos. Yo hubiera repetido plato si no fuera de mala educación. A mi marido le gustó más el cabrito estofado con piñones. Es muy carnívoro.
Del desayuno tampoco tengo queja. Era un desayuno de hotel de cuatro estrellas, con zumos naturales, buena bollería, pan de pueblo fresco, yogures, fiambres, frutas... No salías con hambre.