El Alfonso I Hotel es un hotel con ventajas en inconvenientes. Nosotros estuvimos allí por la boda de unos amigos nuestros. Fue una estancia tranquila, aunque encontramos cosas que no nos gustaron. Por ejemplo, que admita mascotas.
Se encuentra a 3,5 kilómetros del centro histórico de Tui, en el Camino de Santiago portugués. Por eso había alojados muchos peregrinos.
El hotel tiene gimnasio y sauna. La sauna estaba bastante bien. El gimnasio, en cambio, me pareció pequeño. Fui una vez con mi marido y nunca más. Estoy acostumbrada a gimnasios grandes.
Nuestra habitación tenía conexión Wi Fi gratuita. Nos vino bien porque nosotros somos de los que necesitamos la Red de Redes para trabajar. No era una habitación muy grande, pero era luminosa y estaba bien ventilada gracias al balcón y al aire condicionado. Acabé quitándolo. Cuando hay una buena ventana el aire acondicionado no es tan necesario. Había también televisión vía satélite, caja fuerte, minibar, escritorio, calefacción.
En el cuarto de baño teníamos una buena bañera de hidromasaje y un secador de pelo, además de geles y champús suficientes. La bañera hidromasaje era lo mejor.
En este hotel tienen unos autobuses para llevarte gratis desde Valença do Minho o Tui hasta el hotel. Vi el horario de los autobuses en la recepción. Nosotros no necesitamos este servicio. Habíamos llevado coche. Otra ventaja, es la información que proporcionan sobre el Camino de Santiago. De hecho, el hotel está muy centrado en los peregrinos.
Es fácil de encontrar. Puedes llegar por las autopistas A55 y A9. El aeropuerto de Vigo te queda a unos 25 kilómetros.
Nosotros aprovechamos nuestra estancia para ir a visitar el parque natural de Monte Aloia. Queda relativamente cerca si vas en coche. hablando de coches, he de decir que el aparcamiento del hotel es gratuito. Otra ventaja.
La desventaja más importante fue el desayuno. Lo que se suponía que debía estar caliente estaba frío. Por ejemplo, los cafés. A mí el café frío no me gusta. Tampoco me gustó que me pidieran el DNI continuamente. Me hicieron sentir como una delincuente. Se suponía que las habitaciones estaban reservadas por los amigos que se casaban para todos los invitados. Como decía mi marido, debían temer que se le colaran intrusos.