Después de varios días en hostales, llegar a este hotel fue como ver un oasis en el desierto.
Tuvimos una suerte impresionante pues realmente nosotros habíamos reservado en La Casa del Mago, un alojamiento mucho más básico pero mucho más económico que este. Cuando llegamos a la recepción, nos dijeron que estaban derivando a todo el mundo al otro hotel porque tenían un evento, así que nos dieron una habitación con desayuno en este hotel por 42 euros.
UBICACIÓN
El hotel está situado junto a la carretera general, justo al lado de las ruinas de Uxmal y cuenta con aparcamiento propio, aunque realmente parece que dejas el coche en mitad de la carretera, pero como la carretera termina allí… Justo al lado están las barreras para el parking de las ruinas, nosotros casi nos metimos allí, por suerte es Mexico y hablan nuestro mismo idioma.
SERVICIOS E INSTALACIONES
He estado en muchos hoteles y es en el primero en el que me he encontrado la recepción en la calle. Desde luego que tiene su encanto llegar y hacer el check in en una cabaña de madera completamente abierta excepto por la pared del fondo y con el techo de paja.
El señor de recepción encantador, nos informó de todos los servicios del hotel, del horario de las ruinas y del Ecomuseo (en la zona no hay mas que ver).
Las habitaciones se distribuyen en pequeños edificios de dos plantas muy bien integrados con el entorno, con mucha zona verde y dos piscinas, una redonda entre la recepción y el restaurante, y otra más grande, elíptica con isleta en el medio. Esa fue la que usamos porque era la que teníamos mas cerca de la habitación. No hay horario, así que te puedes pegar un chapuzón por la noche, si te quedan fuerzas tras un largo día de pateo turístico.
El hotel también cuenta con un elegante restaurante a la carta bastante caro si lo compramos con los precios de otros sitios en México, pero muy barato en comparación con España. Dos platos de carne con bebidas no llegó a 30€ y bien de cantidad, allí no te quedas con hambre. No te dejan hueco para el postre.
El desayuno se sirve en el mismo restaurante. Nosotros teníamos el desayuno continental incluido: Café, zumo, frutas, panes y bollería con mantequilla y mermelada. Desde luego, coges energía para todo el día.
HABITACIÓN
La habitación era una preciosidad y enorme. La cama King Size y el colchón viscolástico que parecía que estabas entre almohadones. Como caías te quedabas y a la mañana siguiente despertabas como nuevo.
La cama con dosel y mosquitera dominaba la habitación. El mobiliario se completaba con dos sillas-butacas clásicas, la mesa, el armario con el minibar dentro y dos mesitas, todo en madera maciza.
El baño merece mención aparte: Espejo en L, lavabo en chaflán y un jacuzzi. Que buena pinta tenía el jacuzzi… Qué desilusión cuando aquello empezó a funcionar y comenzó a oler como a cloaca. Salimos los dos escopetados de la bañera por la peste. Quizá sea porque era un hotel ecológico y las aguas venían de algún cenote subterráneo, pero aquello era insoportable. Por suerte el olor no duró mucho, pero se nos truncó el baño relajante con espumita y sales.
Aún así, salí encantada de esa habitación. Acogedora y espaciosa, con aire acondicionado silencioso que hacía que estuvieras completamente a gusto.
El hotel cuenta con servicio de habitaciones que no usamos porque preferimos ir a cenar al restaurante. Nuestra sorpresa al volver fue que nos encontramos dos botellas de agua fresca de cortesía en la puerta de la habitación. Todo un detalle teniendo en cuenta que veníamos trasladados de otro hotel de categoría muy inferior. Desde luego que el personal de 10, nos hizo sentir de maravilla.