Azul marino, última novela de la serie policíaca de Rosa Ribas y Sabine Hofmann, no es una novela que me haya apasionado como el resto de entregas. Empieza contándonos que un marinero aparece muerto en el barrio chino.
La periodista Ana Martí investiga el caso, es un personaje complejo que aparece en otras novelas de esta autora. Nos la presenta como una mujer luchadora en su profesión, en su vida. Es una mujer de los años 50 que quiere ser periodista como su padre y su abuelo, en un mundo de mujeres amas de casa.
Me pareció una novela muy melancólica, mucho más que las otras entregas de esta saga. El inspector Castro vuelve a aparecer. Rosa Ribas echa mano de lo conocido para contentar a sus lectores. Esto es una equivocación. Te cansas de los mismos personajes repetidos hasta el aburrimiento.
Azul marino es una novela muy política: no se pueden dar malas noticias, estamos en mano de enfermos mentales con manía persecutoria, es decir, de políticos y funcionarios aspirantes a políticos que enseguida te hacen un roto donde no hay descosido.
Rosa Ribas nos habla en esta novela suya de los americanos, de su llegada a la España franquista. La autora pone su opinión en la boca de la periodista. Vemos la censura, el intento de manipular a los medios de comunicación pro parte de los altos cargos del régimen franquista.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar esta novela. A mí no me ha convencido Azul Marino. Me desespera Ana, una periodista resignada a la censura. Hubiera preferido una protagonista más valiente. Esta trilogía está escrita a cuatro manos. Pensaron la historia juntas. Rosa Ribas la escribe y su amiga la edita. No hay nada mejor que hacerlo entre amigas: todo queda en casa, casi como cuando trabajas en familia. Así no tienes que temer que no te editen la novela que estás escribiendo.