Uno de mis paradores favoritos es el Parador de Salamanca, un parador que tiene unas magníficas vistas al casco histórico de esta bonita ciudad castellana. La última vez que estuve fue para la boda de una amiga. Fui sola y lo pasé de cine.
Me dieron una habitación amplia, con un buen televisor de plasma, conexión wi fi gratuita y decorada con el mismo estilo lujoso que tienen los interiores de este parador divino. Mi habitación tenía un gran ventanal. Por eso era tan luminosa. Las grandes cristaleras son una característica del Parador de Salamanca. Esto lo hace más acogedor. Lo que pasa en muchos paradores es que tienen aire de fortaleza tipo cárcel. No es el caso del Parador de Salamanca. Este parador recuerda más a un palacio que a una fortaleza pese a su ubicación en la parte alta de Salamanca.
Lo que no debes perderte es la gastronomía de su restaurante. El hornazo es de lo mejorcito. ¿Y qué decir de los embutidos ibéricos? Los invitados en la boda de mi amiga nos pusimos de embutidos ibéricos hasta las cejas y casi no nos quedó hueco para los demás platos. Bueno, yo sí hice hueco para los postres. Nos pusieron unas rosquillas de Ledesma que estaban tan ricas que te chupabas los dedos.
Os recomiendo este parador. Tiene una piscina enorme, con unas bonitas vistas. Estás nadando y estás viendo la ciudad a tus pies. Es una sensación indescriptible. También os recomiendo pedir una habitación con terraza. A mí me dieron una de las que tenía la terraza más grande. Era donde mejor estabas. Pasé horas sentada en las sillas de la terraza junto a la mesa. Incluso les pedía que me subieran la comida a la habitación para comer en la terraza. Pasé un fin de semana largo en el Parador de Salamanca. Iba a marchar el domingo y marché el martes. Me apetecían unas vacaciones en soledad y me las tomé.